Cuesta creer que dos equipos que se armaron para estar en la lucha por uno de los dos ascensos a la B Nacional, se las ingenien para desarrollar un juego tan aburrido como el que mostraron ayer San Martín y Juventud Unida de San Luis. Salvo, en momentos puntuales de los 90 minutos, no se notó la gran diferencia que hay en la tabla de posiciones entre los dos conjuntos. Pero eso no es un halago para los “santos”, sino un castigo para un conjunto puntano que sabiéndose superior futbolísticamente sólo se limitó a enfriar el trámite.
“¡Menos mal que este partido no se jugó en un estadio techado, porque si fuera así, no hubiera quedado ninguna chapa en su lugar!”, comentó uno de los plateístas que, tentando por el buen juego que había exhibido San Martín en Formosa, se dio cita al estadio de La Ciudadela. Vaya desilusión que se llevó. La pelota fue tan maltratada por los protagonistas que pocas veces circuló por el césped. Los pelotazos estuvieron a la orden del día.
Dentro de este panorama y cuando la visita quería ponerse el traje de protagonista, vino la apertura del marcador. A los 37’ Jesús Soraire envió un centro que primero cabeceó Facundo Rivero y luego lo desvió Matías Villavicencio. La pelota pegó en el palo y de arremetida, Lucas Chacana estableció la diferencia parcial.
Diego Bucci tuvo la inmejorable chance de estirar la ventaja a los 44’, pero su remate se fue desviado cuando se festejaba la conquista.
Todo indicaba que el triunfo parcial sería propiedad de los “santos”. Sin embargo, cuando finalizaba la etapa, la defensa “santa” durmió la “tradicional” siesta y Juan Aguirre superó a Juan Carrera para establecer el 1-1 que terminaría siendo definitivo.
En el complemento, si lo hecho en la primera parte fue cuestionable, en este lapso del cotejo, los dos equipos se las ingeniaron para aburrir a los aficionados que estuvieron en el estadio. El pitazo final del árbitro fue recibido con alivio por los hinchas, porque ponía fin a una obra maestra de como no se debe jugar al fútbol.