Tucumán muestra una vez más ambas caras de una misma moneda, pero ninguna de las dos es motivo de orgullo, sino más bien de vergüenza. La basura se convirtió ayer en el tema del día, cuando Gabriel Patronelli, participante del Rally Dakar, en su paso por nuestra provincia, la criticó a través de su cuenta en Twitter. “Que alguien se ocupe de limpiar Tucumán... En mi vida vi semejante mugre, basura por donde mires y asfalto destruido... qué lástima... Tucumán hubieran limpiado la basura que está tirada durante todo el paso periférico de la ciudad... el Dakar viene pasando por allí y ¿qué imagen les vamos a dejar al mundo? Tengo bronca, sí... Cómo cambia de una provincia a la otra”, señaló. En contrapartida, tuvo elogios pasa Santiago del Estero y Salta.
La otra cara del bochorno es la protesta de los carreros, que el lunes cortaron los puentes Ingeniero Barros (conecta la capital con Alderetes), el Lucas Córdoba (con Banda del Río Salí) y el paso que comunica la ciudad con San Andrés, lo cual generó caos y la irritación de cientos de tucumanos, muchos de ellos que se debían llegar al aeropuerto.
En septiembre de 2011, la modelo tucumana Lara Bernasconi se había quejado a través de Twitter. “La entrada a Tucumán da asco por la cantidad de basura que hay tirada! Políticos hagan algo! Basta”, escribió en su cuenta. A los pocos días, el entonces gobernador ordenó un operativo higiene en toda la ciudad que tuvo corta vida.
Pese a que la limpieza de la ciudad es responsabilidad de la Dirección de Higiene Urbana, que depende de la Subsecretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad, en junio de 2014, Alperovich creó la Secretaría de Estado de Saneamiento y Mejoramiento de Espacios Públicos (Sesmep), que responde al Ministerio de Economía, cuya misión principal era mantener la limpieza de los accesos de la capital. La nueva repartición nació dotada de privilegios, según se explicitó en el decreto de necesidad y urgencia firmado por el titular del Poder Ejecutivo, como la potestad de contratar de manera directa (“previo cotejo de precios”) los “bienes y servicios necesarios” para su funcionamiento. De ese modo, podía efectuar compras -sin límites máximos, y sin llamar a licitación- de “maquinarias, herramientas y demás equipamiento”. El nuevo organismo implicó además la designación de un presupuesto para su funcionamiento, el nombramiento o contratación de empleados, implementos de trabajo, maquinarias, etcétera.
Sin embargo, la repartición no cumplió con el cometido de su creación, a juzgar por la realidad. Esta refleja también la ineficiencia de la empresa privada que se ocupa de recoger la basura, así como la incultura de los vecinos que arrojan los desechos a la vía pública o les pagan a los carreros para que los tiren en los basurales, en los baldíos o a la vera del río Salí.
Es positivo, por cierto, el plan Basurales Cero, iniciado por la actual gestión municipal, pero debe pensarse en ofrecerle una ocupación laboral al carrero para que no siga con su actividad y pueda vivir dignamente. De ese modo, se evitaría un problema social.
En este año del Bicentenario, millones de miradas se posarán en Tucumán. Sería un descrédito internacional que la basura luciera como una marca registrada de la urbe, donde se declaró la independencia argentina. “No confunda su ciudad con suciedad”, reza un dicho anónimo.