Aunque adopta un perfil bajo, Iván Werning no puede obviar que tanto el FMI como “The Economist” lo han posicionado como uno de los economistas más influyentes del mundo. Y él, en su charla con LA GACETA durante su participación en el Coloquio organizado por el Ente del Bicentenario, prefiere generalizar. “Por tradición, la Argentina tiene grandes economistas”, indica el profesor e investigador del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT).
Werning no abandona su argentinidad. Dice que extraña el país porque la mayor parte del año “vive” en el MIT, su actual lugar en el mundo. Pero poco saben de que este economista incursión hace algunos años por Tucumán. “En mis comienzos como investigador, precisamente en esta provincia, realicé mi tesis de grado, no la de doctorado, sobre la base de los Bonos de Cancelación de Deudas (Bocade)”, relata. Durante varios días, Werning indagó sobre el uso de los “papeles pintados”, con encuestas callejeras, a comerciantes y a personalidades de la provincia, contactadas a través del doctor en Economía, Víctor Elías. “Incluso me tomé un micro a Termas de Río Hondo, ya que allí se aceptaban los bonos”, sostiene. En la actualidad, el profesor del MIT puso el foco en el diseño de políticas públicas y de redistribución, con casos concretos tras las crisis de los Estados Unidos (subprime) y de Europa.
-¿Qué se siente ser considerado uno de los jóvenes economistas más consultados del mundo?
-Creo que se exagera mucho. Sigo siendo un investigador que trabaja con la cabeza abajo y tratando de aprender de lo que pasa alrededor y mirando al mundo. Sólo hago lo que me gusta.
-¿Cómo llegaste y te posicionaste en el MIT? ¿Hay algo de sacrificio y cuánto de suerte?
-Siempre hay una cuota de suerte. Tuve y tengo muy buenos profesores; sin ellos, no sé qué hubiera pasado. Por ejemplo, tuve la oportunidad de viajar en tren con el profesor Fernando Álvarez (no pudo venir al Coloquio por cuestiones de salud) y charlar durante horas. Eso fue algo de suerte, pero la impronta es la pasión y leer mucho.
-En el diseño de políticas monetarias, la Argentina está experimentando políticas para contener la inflación. ¿Importan más los nombres que los planes?
-Me parece que tendríamos que ir hacia situaciones en las que importen menos los hombres. En la actualidad, claramente las ideas vienen de los hombres y quien conduce un banco central debe dejar un sistema que luego se pueda seguir. Eso es lo que hace gran parte del mundo. Así que los cambios vienen con personas, y si esas personas le pegan con las medidas, las políticas monetarias deben mantenerse. Ese es el gran desafío para la Argentina.