Los Rolling Stones volvieron la semana pasada a las bateas con su nuevo disco de estudio “Blue & Lonesome”, una producción que está levantando elogios en todo el mundo por las interpretaciones de joyas ocultas del blues.
El legendario grupo británico se luce en un trabajo en donde cada uno de sus integrantes alcanza momentos sublimes en un género en el que se los nota particularmente a gusto, se señala en un artículo de la agencia argentina de noticias Télam. Con un excelente trabajo vocal y en armónica de Mick Jagger; un soberbio Charlie Watts, especialmente en las composiciones ligadas al rhythm and blues y al boggie; y un sólido y amalgamado trabajo de guitarras de Keith Richards y Ron Wood, “Sus majestades satánicas” dan forma a una labor que los muestra en gran forma.
A 11 años de “A bigger band”, su anterior placa, los Stones decidieron volver a las fuentes y revisitar algunos temas que inspiraron a la banda de Manchester en sus inicios, cuando, en medio del furor despertado por los Beatles, se encargó de llevar a la juventud británica los sonidos provenientes del Estados Unidos “negro”.
Para ello, la banda echó mano a un repertorio compuesto por leyendas como Willie Dixon, Jimmy Reed, Howlin Wolf, Little Walter y Eddie Taylor, entre otros, y lo registró en vivo en los estudios British Grove Studios, tal como solía hacerse en otros tiempos. Algún breve comentario de los músicos que se oye al finalizar algunos temas dan cuenta del clima en que se realizó la grabación.
El resultado final ubica a “Blue & Lonesome” como el mejor disco del grupo de las últimas tres décadas, sobre todo por la solidez interpretativa. La placa abre con “Just your fool”, de Buddy Johnson, un clásico blues con una introducción de armónica a medida que la banda repasa los doce compases tradicionales, para luego dar paso a la voz de Jagger, que suena con un leve efecto que da la sensación de estar en presencia de un viejo disco de pasta de los años ‘50. Tanto en este corte como en el que le sigue, “Commit a crime” de Wolf, el grupo suena como un bloque compacto montado sobre los patrones rítmicos de Watts, con pequeños fraseos de guitarra, mientras la armónica juega el rol de instrumento solista.
Más intenso se pone el clima al llegar al tercer corte, con la composición de Walter que le da título al disco, un blues lento, lastimero, que comienza a andar luego de una grandilocuente introducción que crea suspenso en torno al ritmo que lo sucederá. Nuevamente, la armónica rompe la homogeneidad de la parte instrumental, aunque en este caso la guitarra de Richards asume el rol de una segunda voz que “responde” cada línea lanzada por Jagger.
La sensualidad aparece con “All of your love”, de Magic Sam, en donde Jagger abandona el tono lastimero y, en medio de un fraseo de guitarra que se repite como motivo a lo largo del tema, ofrece una sexy interpretación que es refrendada por el solo de piano de Chuck Leavell.
En “I gotta you”, de Walter, descolla un Watts en su salsa, con el acelerado ritmo de la canción, cuya progresión nuevamente es marcada por la armónica, en un clima de otra vez evoca a los viejos discos de pasta. En “Everybody knows about my good things”, de Miles Grayson y Lermon Horton, la guitarra del invitado especial Eric Clapton acapara la atención más allá del gran trabajo en slide de Wood. El acompañamiento del piano le da más cuerpo a un tema que gana en intensidad cuando extiende su final, entre solo el solo de Clapton y la prédica desesperada de Jagger.
El rhythm and blues se hace presente en “Ride ‘em on down”, de Taylor, con un arranque “mordido” que le da espontaneidad a la grabación, guitarras sucias que se entrelazan y uno de los mejores momentos de Watts, quien apela a todo un repertorio de golpes y fills que llenan de vigor a la canción.
La voz jadeante de Jagger le da un dramatismo especial a “Hate to see you gone”, otra de Walter, a pesar de tratarse con un ritmo ágil, en una canción montada sobre un único acorde, que juega con los climas hasta perderse en un fade out. “Hoo doo blues”, de Lightnin Slim, rescata el sonido del Delta, con una buena combinación del bombo de la batería y el bajo de Darryl Jones, mientras Jagger imposta la voz con un leve tono nasal en el que cuesta reconocerlo.
“Little rain”, de Reed, ofrece un tono lastimero y confesional que es roto con el boogie “Just like I treat you”, de Dixon, con la guitarra de Richards que se despega del bloque rítmico entre estrofa y estrofa, para remarcar la línea melódica de la canción. El disco cierra con “I can’t quite you babe”, de Dixon, tal vez el tema más conocido de todos por la cantidad de versiones famosas con las que cuenta, sobre todo la realizada por Led Zeppelin en su disco debut.
Ideal para cerrar la placa, este lento blues aporta un dramatismo que gana en intensidad y grandilocuencia sobre el final, gracias nuevamente al solo de guitarra de Clapton, quien también participa en esta canción.
Si bien es cierto que con “Blue & Lonesome” el legendario grupo vuelve a sus raíces, también es para destacar que la lectura a estos clásicos del blues son abordados por, probablemente, una de las bandas más experimentadas del planeta, lo cual dota al trabajo de una justa combinación de frescura y sabiduría.