Todo comenzó cuando, un día, el profesor de filología en Oxford John Ronald Reuel Tolkien corregía aburrido un montón de exámenes. Entonces, le vino una idea a la cabeza y anotó: “En un agujero en el suelo vivía un hobbit...”. Así nació Bilbo Bolsón, protagonista de la novela fantástica “El hobbit”, al que esperaban emocionantes aventuras en su búsqueda del tesoro custodiado por el dragón Smaug. “Si no quieren que alguien se ría de ustedes, digan que escriben para niños”, aconsejó tiempo después Tolkien a los periodistas.
Quien más tarde sería conocido como el creador de la Tierra Media nació hace 125 años, el 3 de enero de 1892. Su familia vivía entonces en Sudáfrica, pero cuando su padre murió, su madre regresó con sus dos hijos a Inglaterra. El paisaje de Birmingham y sus alrededores marcaron profundamente la imagen que Tolkien plasmaría en su mítico mundo de ficción.
Gracias a su madre, que falleció cuando él tenía 12 años, había aprendido latín, francés y alemán, lo que marcó el comienzo de una fascinación por los idiomas que se prolongaría durante toda su vida. De hecho, fue un genio de la lingüística: aprendió babilonio, finlandés y nórdico antiguo, y reconstruyó dialectos extinguidos, como el galés medieval. Así, no sorprende tanto que desde joven comenzara a inventar el oerston o lengua común de la Tierra Media, las lenguas élficas, la lengua de los orcos o la lengua negra de Mordor. “Las historias surgen para crear un mundo en el que encajen las lenguas, más que al revés -escribió en una de sus cartas-. Para mí, los nombres vienen primero, y luego nace la historia”.
Él mismo, un personaje
Tolkien tenía fama de manso, crédulo y ligeramente pedante. Le gustaban la naturaleza, el tweed y fumar pipa, y se movía en su vieja bicicleta hasta que los réditos de los derechos de autor le permitieron comprarse un coche.
Todavía no había terminado la Primera Guerra Mundial cuando Tolkien comenzó a escribir “El Silmarillion”, la biblia de la Tierra Media, que sin embargo no fue publicada hasta años después de su muerte. La Ciénaga de los Muertos, que Frodo Bolsón atraviesa en “El Señor de los anillos” de camino a Mordor, recuerda al norte de Francia tras la brutal batalla del Somme (1916), reconoció más tarde. Y un viaje a la comuna suiza de Interlaken inspiró el de Bilbo por los reinos de los elfos.
“El hobbit” se publicó en 1937. La editorial estaba entusiasmada con la novela y pidió una segunda parte. Tolkien necesitó 14 años para completar “El Señor de los anillos”, pues en realidad, para él escribir no era más que un hobby. Según afirmó, el libro no era más que un ejercicio de “estética lingüística” con el que pretendía ilustrar sus teorías sobre los cuentos.
Tolkien escribía en cualquier momento y lugar. Incluso en la bañera, donde se le ocurrió el final de su famoso “Poema del Anillo”. “Recuerdo cómo, cuando di con la última línea y lo tuve todo claro, tiré la esponja fuera de la bañera y salí”, confesó alguna vez.
En los años 60, Tolkien se convirtió en autor de culto, y ante sus obras no cabía la indiferencia: o se lo amaba o uno moría de aburrimiento leyendo sus novelas, de las que se han vendido más de 250 millones de ejemplares. No en vano, en la lista Forbes de autores fallecidos que más ingresos generan, Tolkien se sitúa en el quinto puesto.
J.R.R. Tolkien falleció en 1973. Y para entonces, hacía tiempo que su familia no llevaba bien su éxito. “Él se convirtió en un monstruo, engullido por su propia popularidad”, confesó su hijo, Christopher, al diario Le Monde casi 40 años después de la muerte de su padre. “La comercialización redujo a la nada el efecto estético y filosófico de su creación”, añadió.
En este sentido, sorprende que la familia prestara su consentimiento para una película más: Warner Brothers quiere contar la vida de Tolkien en un biopic que llevará por título “Middle Earth”, la Tierra Media. Lo dirigirá el británico James Strong (“Doctor Who”). Peter Jackson, quien estuvo al frente de las trilogías “El Señor de los anillos” y “El hobbit”, también participará en el filme.
Además, en mayo, un siglo después de haber sido escrita, saldrá a la venta “Beren and Lúthien”, la historia de amor entre un hombre mortal y una elfa inmortal. Ambos nombres fueron grabados en las tumbas de Tolkien y su mujer, Edith, que estuvieron 50 años casados. Poco después de la muerte de ella, Tolkien escribió en una carta: “jamás llamé Lúthien a Edith, pero ella fue el origen de la historia”.