A la hora de ingresar con drogas al penal de Villa Urquiza, la imaginación vuela. Comidas, peinados, ropa interior, todo puede convertirse en un medio de transporte para intentar burlar las requisas y lograr que aunque sea un envoltorio de cocaína o marihuana llegue a las manos del pariente que está privado de la libertad.
Son tres las vías por las que pueden llegar a entrar las drogas al penal: mediante las visitas; a través de los muros, cuando desde afuera logran lanzarles pequeños paquetes; o por parte del personal que trabaja allí.
Cuando la droga es detectada en las requisas a los familiares de los presos, se le pide intervención al personal de la Digedrop. El jefe de esa división, comisario Jorge Nacusse, destacó la audacia de las mujeres. Según indicó, el 90% de las personas que intentan ingresar con drogas al penal pertenecen al sexo femenino. El 10% restante -apuntó- es compartido por hombres y menores de edad. “Muchas veces los mayores se aprovechan de los chicos ya sea porque no entienden o porque son inimputables”, explicó
La gran mayoría de las veces, un 70% calculó el titular de la Digedrop, la droga es encontrada en las zonas de la ingle o anal. “También la esconden en el cabello; las mujeres, por ejemplo, se hacen unos rodetes y ahí meten los paquetes”, comentó. Otras veces tratan de ocultarla entre la ropa interior o en las comidas que preparan para los reclusos que van a visitar. “El último secuestro fue entre un guisado, también ocultan los envoltorios dentro de las bombitas de carne”, indicó.