Promediaba el primer tiempo. En la tribuna ubicada sobre calle Rondeau, un episodio hizo que los hinchas dejaran por un momento de ver el partido y atendieran lo que ocurría allí. Un grupo importante de barras se había trenzado a golpes de puño, y a empujones. La seguridad -pública y privada- brillaba por su ausencia, lo que permitía a los violentos continuar con su gresca.
La pelea -que se detenía por momentos para recomenzar con más virulencia- se extendió durante varios minutos. El resto de los hinchas, cansados por el vergonzoso hecho, empezaron a abuchearlos y a alentar al “Santo”.
Ese aliento -que bajaba de todos los costados de la cancha, a excepción del sector donde se ubicaban los violentos- terminó por opacar la pelea. Y estos barras, ya sin la atención del resto de la gente, finalmente cesaron la trifulca.