Tal como se esperaba después de haberla escuchado durante la audiencia de la semana pasada, la testigo de identidad reservada aportó más declaraciones explosivas en el juicio a los Ale por presunto lavado de activos. En su relato, describió cómo habrían funcionado los negocios que manejaba el “clan”. Habló de narcotráfico, usura, aprietes y prostitución.
La mujer aclaró que si bien en un principio Ángel Adolfo “El Mono” Ale y su hermano Rubén “La Chancha” Ale se dedicaban a negocios diferentes, ambos se juntaban luego de alguna manera. “Adolfo era el de la inteligencia, mientras que Rubén era más atropellador, de negocios más sucios”, describió ella.
Como ya había sucedido el miércoles anterior, la testigo declaró mediante videoconferencia. Primero terminó de responder las preguntas del Ministerio Público, de la UIF (Unidad de Información Financiera) y de la AFIP; y luego fue el turno de los 16 defensores, por lo que la declaración se extendió a lo largo de varias horas.
Estos últimos, por su parte, advirtieron varias contradicciones en el relato e insistieron en que dudan de la veracidad de ese testimonio y cuestionaron sus declaraciones.
“El respaldo era que la gente sabía bien quiénes eran los Ale”
Uno de ellos, Cergio Morfil, le preguntó algo que todos querían conocer desde hacía una semana. “Usted dijo el miércoles pasado que vio a Marita Verón ¿por qué no lo había mencionado antes?”, cuestionó.
“Cuando lo de Marita Verón tomó estado público, tuve miedo”, respondió la testigo. “Si una habla en este ambiente, pierde el privilegio de ser ‘amante de’, como por ejemplo de un funcionario. Después, con el tiempo, decidí que debía declarar todo. Yo la vi a Marita, estuvo en mis manos poder hacer algo y no lo hice. Es la culpa con la que vivo”, expresó.
Detrás del estrado
Pidió disculpas.- Antes del inicio de la audiencia, el abogado Cergio Morfil, defensor de Ángel “El Mono” Ale, le pidió disculpas al tribunal por “el exabrupto” del miércoles anterior. “Pido disculpas, en especial al doctor Carlos Garmendia”, expresó, en referencia al abogado de Susana Trimarco, a quien había acusado de incidir en la declaración de la testigo de identidad reservada.
Malestar.- Trascendió que en las últimos días se hizo pública una imagen de la testigo de identidad reservada, cuando en realidad, está totalmente prohibido hacerlo. Ante esta situación, los integrantes del tribunal hicieron un duro llamado de atención.
Risotadas.- La descripción que realizó la testigo de identidad reservada sobre algunos imputados generó risas durante la audiencia. Por ejemplo, acerca de Enrique Santos Catulo dijo que era el jefe de la barra brava de San Martín. Posteriormente, señaló que a Hernán Lazarte lo vio uniformado en 2003, cuando en realidad ingresó a la Policía en 2005. “Fueron insólitas las cosas que escuchamos”, dijo Ernesto Baaclini, defensor de Roberto Dilascio.
Dificultades para realizar la cobertura periodística.- Personal de Gendarmería Nacional interrumpió la tarea de la prensa durante el juicio, evitando de esa manera que se tomara nota de una parte del relato de la testigo. Los uniformados obligaron a dos periodistas a retirarse de la sala y pretendían que dejaran sus teléfonos celulares afuera para evitar que se grabe el audio del testimonio de la mujer.