La única empatía que generó Atlético fue cuando posó ante los fotógrafos con una bandera que pedía la aparición con vida de Daiana Garnica. En ese gesto solidario, extradeportivo, se acabaron las buenas señales: apenas comenzó el partido, y a tono con una tarde destemplada, el “Decano” fue un equipo extremadamente insensible, sin alma, que sufrió su cuarta derrota seguida, una inercia que a futuro puede resultarle demasiado cara. Pero demasiada, ¿eh?
Tampoco habría que sorprenderse. Lo de ayer en Florencio Varela fue más de lo mismo, sólo que exacerbado: de los últimos 33 puntos en juego, Atlético ganó 7. La resaca de la fiesta de la Libertadores sigue pasándole factura a un equipo que no se despertó de aquellas noches alegres. El año 2017 ya será inolvidable: el desafío es que no se convierta en un lastre para 2018. Los dirigentes están obligados a tomar nota en el receso.
Como los combos de energía negativa suelen incluir a la mala suerte y a los errores arbitrales perjudiciales, el árbitro Facundo Tello omitió un penal para Atlético por mano de Alexander Barboza tras un remate de Rodrigo Aliendro. No es un detalle a la hora de reconstruir el partido: iban 12’, el resultado estaba 0 a 0 y el “Decano” podría haberse puesto en ventaja.
El problema, sin embargo, es que ese error arbitral resultó el único argumento de Atlético a la hora de echarles la culpa a terceros. El resto fue pura ineficiencia propia, por ejemplo un nuevo gol que Atlético recibe de pelota detenida, el del mismo Barboza, que a los 27’ marcó de cabeza el 1 a 0 para Defensa y Justicia, una ventaja ya merecida a esa altura. Antes y después, durante su paso fantasmagórico por Florencio Varela, Atlético no fue un equipo sino 11 individualidades inconexas. Una defensa sin intensidad. Un mediocampo sin marca ni creatividad. Una delantera a años luz del gol. Un técnico, Pablo Lavallén, sin respuestas para el momento. Un equipo siempre detrás de la pelota. Sin situaciones de gol. Con el ánimo por el piso. Como si un equipo juvenil se enfrentara contra uno profesional.
Así, por decantación, con naturalidad, llegaron los dos goles de Nicolás Steffanelli antes de los 15 minutos del complemento, y al partido le sobró media hora. Ya habían entrado Fernando Zampedri y Cristian Menéndez, en lo que parece su despedida del club, y también Mauricio Rosales, pero ni los cuatro puntas (contando a “LG” y “Pulguita” disimularon la peor actuación de Atlético en 2017.
Podría haber sido una goleada histórica, pero lo mejor para Atlético es que el “Halcón” sacó el pie del acelerador. Aunque sobre todo, lo mejor es que el fin de semana que viene termina el torneo y, con ello, el tobogán por el que el “Decano” se desliza hace varias fechas.