Marcelo Aguaysol - LA GACETA
Hubiera sido un error de estrategia electoral si Mauricio Macri no se subía al avión para venir a Tucumán a inaugurar las obras de remodelación del aeropuerto. Así, le hubiera entregado en bandejas al gobernador Juan Manzur las bancas de diputados en juego para el 22 de octubre. Y ayer, el primer piso de la aeroestación fue una arenga de lo que se viene: la nacionalización de la campaña para remontar los 200.000 votos de diferencia que separan a Cambiemos del Partido Justicialista local. Macri se puso al hombro esa tarea. No admitirá que sus soldados fracasaron en la batalla de las PASO, pero tampoco permitirá que se provincialice la elección, una estrategia que, a la luz del resultado, ha sido desastrosa para los armadores locales.
Federico Morales, el consultor que depende del jefe de Gabinete Marcos Peña, se ha convertido en una piedra en el zapato de algunos referentes de la coalición tucumana que responde a Macri. Convertido en una suerte de interventor del distrito, el experto tendrá la misión que el Presidente persigue desde la noche del 13 de agosto, cuando se confirmó la dura derrota de su oferta electoral en manos de Manzur, José Alperovich y Osvaldo Jaldo.
Macri vino por la segunda banca de diputados que, en las PASO, parece haberle arrebatado el oficialismo local. El empate en octubre es el mejor de los escenarios para el entorno presidencial, que no evalúa una nueva composición sin Beatriz Ávila, la esposa del intendente capitalino Germán Alfaro, en el recinto del Congreso. Aún más, hay referentes locales de Cambiemos que ya hablan de una renovación con vistas a 2019. Hay posturas dentro de esa coalición que parecen sin retorno. Como los encontronazos entre el secretario de Viviendas Domingo Amaya y el radical José Cano o hasta con el propio Alfaro.
Mientras tanto, Manzur mira y espera a los peronistas que se fueron a la oposición. El gobernador soltó ayer varias sonrisas cuando el mismísimo Macri le tiró dardos respecto de su postura frente a la Casa Rosada. También cuando los presentes cantaron “sí, se puede”. “Yo pude ganar con 200.000 votos de diferencia”, cuenta que contestó en Central Córdoba, cuando uno de los dirigentes territoriales le preguntó acerca del festejo macrista en el aeropuerto. Allí, ante dirigentes capitalinos, Manzur levantó la apuesta. No sólo quiere garantizar la tercera banca para el PJ, sino también arrebatarle la intendencia a Alfaro en los comicios de 2019. La tregua llegó a su fin desde el momento que el avión presidencial despegó de Tucumán. Cada cual atenderá su juego electoral. Y su futuro político también.