Por Luis Alberto Romero - Historiador
La palabra Tucumán me recuerda el año 1975 y dos nombres: Amalia Moavro y Rodolfo Richter. Amalia había sido alumna mía en la universidad, en 1970. Tenía 22 años, era estudiosa y tímida, y se quejaba de que su madre todavía le pelaba la fruta. En 1973 supe que militaba en Montoneros, en Rosario. Luego, que desapareció en Tucumán, en octubre de 1975, y que su hija debió de nacer en cautiverio, quizás en “la Escuelita” de Famaillá. Al teniente coronel Richter lo conocí hace poco, en su silla de ruedas. En 1975 era teniente y participó en el Operativo Tucumán contra el ERP. En febrero, en la primera escaramuza, tratando de rescatar a su jefe, fue herido y quedó semi paralítico. Logró tener una vida activa y útil.
Leí los fascinantes recuerdos de Lucía Mercado sobre esos años en Santa Lucía. El pueblo, crecido junto al ingenio, tenía una larga tradición de conflictos y militancia, canalizados a través del peronismo. En 1974 comenzó a saberse de los guerrilleros del ERP instalados en el monte. Cada tanto, bajaban al pueblo, coreaban sus consignas, compraban vituallas, que pagaban generosamente, cosechaban simpatías y complicidades, y algunos muchachos se iban con ellos. Muchos decían que estos jóvenes de marcada fisonomía criolla, barbudos, sucios y desarrapados, eran “los rubios”, “gente de otro lado”.
En 1975 llegan los militares y el pueblo se convierte en un cuartel. Reparten alimentos, arreglan las calles, entretienen a los chicos, ganan amigos, observan y se informan. Para algunos, ha vuelto la tranquilidad y el orden. La Unidad Básica local los apoya, sobre todo después de la visita de Isabel y López Rega. Unos hacen negocios, un poco turbios, y otros se convierten en informantes. Probablemente perduran las viejas complicidades. Pero, para muchos, la vida continúa sin mayores cambios.
Poco después comienzan las detenciones y las desapariciones, algunas explicadas y otras inexplicables, y del monte empiezan a llegar cadáveres. Comienza una tragedia colectiva, con muchos que participaron, de un modo u otro, y con no pocas víctimas, como Amalia y Rodolfo.