Si hace unos meses alguien hubiera imaginado una cumbre entre los líderes de las dos Coreas o, mejor aún, entre Pyongyang y Washington, cualquiera habría pensado que se trataba de una información falsa o equivocada.
Pero el hecho es real y ha conmovido los cimientos de la política internacional, porque el mundo ha pasado de estar al borde de un enfrentamiento nuclear, producto del crecimiento atómico de Corea del Norte, a una etapa de distensión.
La reunión entre el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y el líder norcoreano Kim Jong-un, prevista para el viernes próximo, viene precedida por la decisión de Corea del Norte de no realizar más pruebas nucleares y de lanzamiento de misiles.
Pero no solo Moon y Kim van a reunirse en el poblado de Panmunjon, en la zona desmilitarizada que divide a las dos Coreas en el paralelo 38, sino que también Donald Trump prepara su equipo diplomático para una cumbre con el líder norcoreano, probablemente para mayo o principios de junio. “La necesidad del régimen de sostenerse bajo las constantes sanciones de la comunidad internacional lleva a Pyongyang a entablar negociaciones con el Sur, con el fin de buscar un salvoconducto para respaldar su aparato político-militar”, dijo Gustavo Cardozo.
Para este analista, docente e investigador de la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE) -Paraguay- “este acercamiento es seguido muy de cerca por los presidentes Trump y Xi Jinping, de China, quienes mantienen importantes intereses estratégicos en el sudeste asiático, donde Corea juega un rol fundamental como base de operaciones sobre el Pacifico y el eje económico regional”.
Mientras la paz parece haber llegado a la península coreana, después de 68 años, Trump disfruta de un momento excepcional luego de atacar con misiles a Siria -apoyado por el Reino Unido y Francia- para castigar un supuesto ataque con armas químicas, atribuido al gobierno de Bashar al Assad.
Aunque el ex director de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) James Comey calificó al magnate como “moralmente incapacitado” para ser presidente, Trump ha obtenido el apoyo de los principales líderes occidentales, entre ellos la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel.
En la actualidad, las dos Coreas se encuentran técnicamente en guerra después del armisticio firmado en 1953, tras tres años de conflicto bélico. Pero en los últimos meses hubo algunos signos de acercamiento después que Pyongyang anunciara la participación de sus atletas en los Juegos Olímpicos de Invierno, en febrero pasado, realizados en Pyeongchang, Corea del Sur. Entusiasmado por el acercamiento entre Seúl y Norcorea, el presidente estadounidense dijo que ambos países tienen su bendición para firmar la paz.
En forma paralela, la futura cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte ha dejado atrás una era de desencuentros en los que el magnate calificó a Kim como un “pequeño hombre cohete”, mientras que el líder norcoreano dijo que Trump era “mentalmente demente y un estadounidense viejo soso”. Ahora todo es distinto: Trump envió a Pyongyang al director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, considerado un halcón del Pentágono, quien se reunió en secreto con Kim. Los resultados están a la vista. Pero, a pesar del optimismo reinante, algunos analistas estiman que es muy difícil que Kim ceda terreno si Washington no retira a sus 28.500 soldados de Corea del Sur.