Campeón puede ser cualquiera, pero el Mundial ya tiene un primer ganador: se llama Nasser Al-Khelaifi. El multimillonario propietario de Paris Saint-Germain pudo ver los resultados de su obra con las exhibiciones de Kylian Mbappé y Edinson Cavani, en el mismo día en el que el Mundial mandaba a casa a las dos mayores estrellas de la última década: Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Ahora sólo le falta que Neymar convierta la pirotecnia en oro.
Mbappé llegó a París la pasada temporada en mitad de toda una ingeniería contable. Tras pagar 222 millones de euros a Barcelona por Neymar, las reglas del “fair play” financiero le impedían comprar a otro jugador. Lo que se “inventó” Al-Khelaifi fue una cesión con opción obligatoria a compra. Y así, con el compromiso de pagar a Monaco 180 millones de euros la próxima temporada, se llevó a la gran joya francesa.
Sus 21 goles y 16 asistencias en 44 partidos con el PSG fueron excelentes números, pero la ola de la Liga de Campeones (donde PSG fue eliminado por Real Madrid) aguó cualquier consideración mayor. En este Mundial, y particularmente ante la Argentina de Messi, Mbappé sí demostró que está hecho del material con el que se forjan las megaestrellas. “Tiene muchísimo talento, velocidad y gol. Pero todavía es muy joven. Tiene cualidades parecidas a Ronaldo el brasileño”, constató su compañero Raphaël Varane.
Dos horas después de su exhibición, entró en escena en Sochi la Uruguay de Cavani, quien realizó otro encuentro de leyenda. Dos soberbios goles que no sólo dieron el pase a su selección ante la Portugal de Cristiano, sino que sirvieron para reivindicar su estatus de estrella no del todo reconocido a veces.
Cuestionados sus galones por el propio Neymar, Cavani pasó una temporada difícil en el PSG, al que llegó en 2013. Con 64 millones de euros pagados a Napoli, fue una de las primeras grandes inversiones de Al-Khelaifi y durante este tiempo fue una contratación fuera de toda duda. Cerró la última temporada con 40 goles en 49 partidos. La incertidumbre es si estará ante Francia, pues se retiró con un pinchazo muscular.
Mientras tanto, el Mundial sigue esperando a Neymar, el tercer vértice del triángulo dorado del PSG. Hasta el momento, en las actuaciones del brasileño -un gol irrelevante en tres partidos- fueron más fuegos artificiales que muestras tangibles de talento. Su partido de hoy ante México será la oportunidad de reivindicar una indudable categoría que todavía no mostró en el Mundial. El guante ya lo lanzaron Mbappé y Cavani. He ahí el desafío: estar a la altura de sus compañeros de equipo. Al-Khelaifi se frota las manos mientras se le derrama el oro de las manos.