Contaminación (I)
En los archivos de LA GACETA (01/07/10) se encuentra el reportaje realizado al ingeniero Montalván, secretario de Medio Ambiente, sobre el impacto de la vinaza. El 02/10/18, el diario publicó el nuevo reportaje que le realizó al mismo funcionario. Comparándolos, se puede leer que después de ocho años, repite los mismos argumentos y promesas (en el futuro: vinaza cero). Lo que asombra e indigna es que encontró en la vicepresidenta del Ente Turismo una aliada, que nos dice que los malos olores por la vinaza son una característica de Tucumán y que debemos soportarlos hasta que vengan tiempos mejores. Quiero creer que la vicepresidenta desconoce: 1) Que en Tucumán y en el país, lo ambiental tiene el rango de derecho constitucional; 2) Que, como parte del Ejecutivo, tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir los mandatos constitucionales; 3) Que la vinaza es un contaminante del suelo, el agua y el aire; 4) Que contiene calcio, magnesio, sodio, potasio, zinc , cobre y un pH ácido; 5) Que favorece la multiplicación de insectos y roedores que transmiten enfermedades; 6) Que el metano, que proviene de la descomposición de la materia orgánica, es responsable del calentamiento global y es un combustible peligroso. Además, la industria azucarera nos impacta con las rastras cañeras, la quema de cañaverales y la cachaza. ¿Debemos también soportarlos? El paradigma de que “Tucumán es azúcar”, nos mantuvo por años encadenados, paralizados y sumisos, y nuestro medio ambiente y los ecosistemas sufren hoy las consecuencias por haberlos dejado a merced de las corporaciones. Las expresiones de la funcionaria son inadecuadas y no ayudan a promover y producir los cambios culturales que Tucumán necesita para ser ambientalmente sustentable. Con relación al secretario de Ambiente, apreciaría que cumpla la misión y las funciones asignadas. Hoy no se ven los buenos frutos. Tucumán es una calamidad en materia ambiental.
Juan Francisco Segura
Contaminación (II)
Gran nota de actualidad del periodista Julio Marengo de LA GACETA. Refleja tal cual son los malos olores a los que nos debemos “acostumbrar”, como si los tucumanos fuésemos animales de granja, según criterio de la señora Elena Colombres Garmendia, vicepresidenta del Ente de Turismo, y en cuanto al secretario de Medio Ambiente, nada nuevo nos cuenta; siempre la misma cantinela del señor Montalván. Son desafortunadas las expresiones de la funcionaria: ¡Mal que mal nos acostumbramos a estos olores! ¡Cada región tiene su olor característico! ¡Que no es motivo de vergüenza! ¡Que se debiera formar al personal que tiene contacto con el público! Ni siquiera con un toque de sutileza que hace falta en estas declaraciones. O sea, si hay malos olores, acostúmbrate tucumano, y hay que enseñarles a los turistas que Tucumán dejó de ser el “Jardín de la República” para pasar a ser “el jardín de los basurales y los malos olores”. Entonces, ¿qué vamos a hacer? Cursos en las escuelas para los playeros, personales de hoteles, trabajadores de restaurantes, para que aprendan a justificar “la hediondez” en que estamos inmersos los tucumanos. ¡Por favor!, ¿qué respuestas son esas? Los ambientalistas asistimos esta semana al Foro del Cambio Climático donde disertaron biogenetistas, médicos, profesionales; todos coincidieron que en Tucumán es tremenda la contaminación, y que un 30% de las enfermedades respiratorias son debido a las esporas y el riego con vinaza en los campos, no solamente regando, sino saturando los campos, y las esporas que se levantan generan enfermedades infecciosas; y sumado a eso la urea en exceso que se usa genera un efecto invernadero, las esporas rebotan y bajan a las vías nasales generando una trampa mortal para nosotros. Por lo tanto, las declaraciones de esta señora dejan mucho que desear, ya que los olores que hay en el ambiente no lo definen a Tucumán, ni por tener muchas industrias deberíamos tener esta hediondez y todos destinados a morir contaminados. En cuanto los entes de contralor, es decir Montalván, ¡bien gracias! Todos los años dice lo mismo. Me preocupa mucho mi provincia porque hay entes de contralor que dicen que no hay mortandad de peces, cuando sí hubo; las industrias siguen su infame derrotero de tirar al Río Salí sus desechos industriales; y me preocupa también que haya funcionarios que digan que “todo bien porque es el olor de Tucumán”, y no es así; Tucumán no tiene ese olor, es la contaminación reinante. Por lo tanto, los ambientalistas le damos una idea a la vicepresidenta del Ente de Turismo y al secretario de Medio Ambiente: ¿que tal si repartimos, en las entradas de mi amado Tucumán, barbijos o máscaras antigás o pinitos para turistas, para que cuelguen en sus autos o en colectivos; “Tucumán no es el Hediondo, Tucumán es mi Tierra y juro defenderlo hasta morir”...? y la están matando.
Pedro Martínez
concienciambientaltuc@hotmail.com
Aznavour
“Quien salva una vida, salva al universo entero” es la frase del Talmud que simboliza la fe en la humanidad. Este pensamiento es aplicable a aquellas personas humanitarias de conducta moral elevada y que, sin ser judíos, evitaron sus muertes durante el Holocausto en la II Guerra Mundial, mediante el ocultamiento de ellos en sus hogares. Después de la gran de deportación de judíos parisinos (julio de 1942), la familia del famoso cantante Charles Aznavour escondió en su casa y salvó la vida de personas judías. Los Aznavour estuvieron conectados con el Movimiento de Resistencia Missak Manouchian y, en este contexto, ofrecieron refugio a armenios, judíos y a otros en su propio departamento en París, arriesgando sus vidas. Esta historia de solidaridad y valentía civil fue transmitida por Charles Aznavour al profesor Yair Auron, un erudito israelí de fama mundial especializado en estudios del Holocausto. La Fundación Internacional Raoul Wallenberg (IRWF) otorgó la “Medalla Raoul Wallenberg” a los hermanos Aida y Charles Aznavour. Esta distinción es un reconocimiento para la familia Aznavour, la madre Knar, el padre Mischa y su hija e hijo, quienes durante los oscuros días de la ocupación nazi en Francia, tendieron su mano a los perseguidos. La ceremonia de otorgamiento tuvo lugar el 26 de octubre de 2017, en la residencia del Presidente de Israel, Reuven Rivlin. En una declaración conjunta, Eduardo Eurnekian, presidente de la IRWF, y Baruch Tenembaum dijeron: “La Fundación Wallenberg está dedicada a preservar y divulgar el legado de los rescatadores. Nuestra misión principal es el reconocimiento de la bondad. La familia Aznavour nos ha mostrado, con su espíritu de solidaridad, el rostro de aquellos que optaron por no quedarse de brazos cruzados frente al mal. Aida y Charles eran jóvenes durante el Holocausto, pero sabían los peligros implicados y junto con sus padres escogieron tender una mano para ayudar a los necesitados. Es un gran honor otorgar a Aida y Charles, y a través de ellos a sus padres, la Medalla Raoul Wallenberg, como una demostración de reconocimiento”. Al conocerse la noticia del fallecimiento de Charles Aznavour, en su residencia en el sur de Francia, a los 94 años, la Junta Directiva de la Fundación declaró: “Charles Aznavour era un artista inigualable y un ser humano excepcional, que dedicó su vida a apoyar causas humanitarias. La IRWF está de duelo. Orgullosos de haberlo conocido, haremos lo máximo para mantener vivo su legado”.
Miguel Ángel Ruiz