Daniel Scioli parece estar más allá del bien y del mal. Este “sobreviviente” de la política y del deporte, que fue casi todo desde secretario de Turismo hasta contendiente del presidente Mauricio Macri y que hoy actúa como diputado, vuelve a Tucumán después de tres años de bajo perfil. La estrella que lo ha acompañado siempre luce apagada, pero él la aviva: dice que la gente no deja de alentarlo y que le reconocen el acierto del pronóstico que hizo en 2015 acerca de lo que implicaría la victoria de Cambiemos. Antes de partir al Hipódromo para festejar el Día de la Lealtad, se ubica en el medio del movimiento peronista: ni kirchnerista ni antikirchnerista. Profeta de la unidad del Partido Justicialista (PJ), Scioli evita erigirse en candidato, pero tampoco niega “su vocación” y hasta se incluye en la eventual elección interna.
Así, sin definiciones polémicas y como quien busca un equilibrio imposible, se diferencia sutilmente de Sergio Massa, con quien acaba de compartir una reunión en la Universidad Nacional de Tucumán, al asegurar que hay que hacer una oposición prudente y recordar que el mundo está mirando al peronismo. También llama a “no empezar de nuevo” eternamente, pero reitera que él imagina un camino “productivo” para el país. Delgado, con disposición para salir de gira y con un discurso que al fin no puede disimular el tono de la campaña, Scioli rechaza en una salita del hotel Hilton Garden Inn la imagen que describe a la provincia de Buenos Aires que administró hasta 2015 como un territorio entregado a mafiosos y narcotraficantes.
-¿Es creíble el mensaje de unidad del peronismo con seis actos distintos en diferentes locaciones y con abundantes críticas entre los espacios que lo integran?
-Las consignas son muy similares. Tenemos que tratar de integrar a la mayor cantidad de sectores para dar una alternativa. Yo la había planteado en 2015, cuando advertí muchas de las cosas que ahora están pasando. Hoy la gente me dice que tenía razón, pero eso ya pasó. Entiendo a quienes fueron en búsqueda de un país mejor alentados y entusiasmados por la palabra “cambio”, seguramente con el enojo y la bronca que tenían por distintas circunstancias. Pero, bueno, en este momento se encuentran con un deterioro continuo de su nivel de vida. La gente nos está diciendo “únanse para defendernos; únanse para sacarnos adelante y únanse para que podamos recuperar los derechos perdidos”. Pero también debemos respetar los derechos adquiridos durante esta administración y algunas políticas que habrá que continuar, como las inversiones en Vaca Muerta, en las energías renovables, en las telecomunicaciones y en el turismo. Argentina no puede estar siempre tirando todo por la borda. Habrá que corregir lo que haya que corregir y cambiar lo que haya que cambiar, pero construir sobre lo construido.
-Hace unos días, Sergio Massa dijo en Estados Unidos que el próximo Gobierno iba a tener que revisar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En simultáneo, Marcos Galperin, uno de los empresarios más destacados del país, elogió ese pacto: manifestó que era brillante. ¿Dónde se ubica usted?
-No, mire, yo en primer lugar habría planteado una agenda económica distinta. Mi objetivo era engrosar las reservas con los acuerdos que teníamos conversados con otros países; repatriar los capitales y orientarlos a la inversión productiva, y aprovechar el desendeudamiento para cerrar líneas de crédito que mejoren la competitividad y la matriz energética. Ahora tenemos una realidad con el Fondo y el sentido común indica que debemos crecer para pagarle. Hay que poner todo el esfuerzo allí. Necesitamos dar señales de certidumbre, de tranquilidad y de confianza en cuanto a que vamos a trabajar en defensa del desarrollo para generar un círculo económico virtuoso. Quiero ser muy prudente porque el mundo está mirando con atención el posible escenario político para 2019.
-¿Usted volvería a presentarse?
-Hay etapas previas a la definición de cualquier candidatura, que tienen que ver con la elaboración de un diagnóstico. Hace falta una propuesta que entusiasme. No debemos anteponer cuestiones personales. El Gobierno insiste en que no existe otro camino, pero yo sigo convencido de que sí lo hay y esto tiene más vigencia que nunca. Mi misión es ayudar con responsabilidad, no criticar por criticar.
-Hay quienes interpretan su presencia en Tucumán como una señal de alejamiento del kirchnerismo. ¿Es así?
-Este acto busca la unidad y todos los sectores fueron invitados...
-Pero no vinieron. Ni el presidente de su partido, José Luis Gioja, ni Cristina Kirchner están aquí. Ni siquiera está José Alperovich.
-Con Alperovich tengo una relación de afecto, gratitud y respeto. Él comprendió que debía venir en mi rol institucional (Scioli es vicepresidente del PJ). No importan los dirigentes sino el electorado. Los “ismos” dejan de lado a la gente, que necesita contención y un mensaje claro. A mí me invitaron a los actos en Buenos Aires y Corrientes, pero el gobernador (Juan Manzur) me llamó y, si puedo contribuir al mensaje de unidad, el objetivo está cumplido.
-La oposición y algunos analistas sugieren que los peronistas quieren unirse porque, si no ganan las elecciones, pueden ir presos.
-Se dicen tantas cosas... No puedo entrar... Forma parte de la normalización de la Argentina que no se mezclen las cosas: que el Poder Ejecutivo gobierne; que el Poder Legislativo haga lo suyo y que el Poder Judicial se ocupe de sus causas, sin interferencias.
-¿En el pasado las hubo?
-No, no. Sólo estoy diciendo lo que pienso y el futuro de país que proyecto. El Estado de Derecho debe funcionar para generar confianza y para que haya más empleo.
-Se pinta a menudo la provincia de Buenos Aires que usted dejó como una jurisdicción donada al narcotráfico y a bandas como las que lideró el juez César Melazo. ¿Qué dice cuando le muestran esa foto?
-Un día tómense el trabajo de analizar cómo estaba la economía bonaerense cuando yo la dejé y cómo está ahora. Los invito a que vean la deuda, el desempleo, la mortalidad infantil y la evolución de producción. Obviamente había cosas pendientes. La gobernadora (María Eugenia Vidal) está haciendo un gran esfuerzo y logró más recursos que reparan de cierta manera la discriminación que había...
-¿Por qué estaba discriminada? Usted también gobernó con una Casa Rosada del mismo color.
-Se cedieron puntos de coparticipación y el Fondo del Conurbano. La Nación indirectamente nos compensaba. Aún así, dejé la provincia desendeudada y avalado por las urnas. Fui el gobernador más votado de la historia y gané allí las tres campañas presidenciales. La gente vio los avances y yo reconocí lo que faltaba: ojalá la gobernadora pueda profundizar eso.
-¿Qué opina de la mesa de Juan Manuel Urtubey, de Juan Schiaretti, de Miguel Pichetto y de Massa? ¿Ahí está el candidato?
-Será candidato quien genere más confianza y esperanza. Que yo sepa esto se define en las primarias. Y los que tengamos vocación deberemos afrontarlas.
-¿El justicialismo podrá esta vez resolver una postulación en forma democrática, sin fugas hacia otros partidos?
-En este momento sí. El escenario lo exige.
-¿Todo el peronismo se encolumnaría detrás de Cristina Kirchner si es la oferta electoral que mejor mide?
-No hablo de nadie en especial. Ni de ella ni de ninguno.
-¿Qué es, para usted, la lealtad?
-Coherencia y capacidad para sostener las ideas en el tiempo. Y creo que por eso me siento diferente a muchos dirigentes. A mí no me han visto cambiar ni subirme a las distintas olas.
-¿El futuro del PJ acaso no depende de que haya un saneamiento real de la corrupción?
-Todas las fuerzas políticas debemos comprometernos. Es un tema que debe ser una política de Estado. Cuando sentamos esos pilares, logramos los mejores resultados.