Dos experimentos independientes muestran una vía por la cual sería posible observar fenómenos de dimensiones superiores. El experimento se publicó en la revista científica Nature. Los grupos de investigadores, uno liderado por Oded Zilberberg, de Suiza, y el otro por Mikael Rechtsman, de la Universidad de Pennsilvania (Estados Unidos), han logrado observar fenómenos físicos que según la teoría sólo se manifiestan en una dimensión superior a la nuestra.
Volvamos para atrás: el mundo en que vivimos tiene sentido en tres dimensiones: izquierda y derecha, arriba y abajo, y delante y atrás. Todos los objetos o seres que nos rodean se despliegan en esas únicas tres dimensiones a las que se añade una dimensión temporal. Sin embargo, mediante las matemáticas se puede llegar a realidades de cuatro o más dimensiones. La Teoría de Cuerdas, por ejemplo, llega a postular hasta 10 dimensiones diferentes. El problema es que no podían ser probadas en laboratorio, hasta ahora. Estos laboratorios han experimentado con partículas subatómicas y han encontrado un mundo microscópico con sus propias reglas (descritas por la Mecánica Cuántica), donde las leyes de la física tradicional dejan de funcionar y en el que las partículas de las que todos estamos hechos son capaces de hacer cosas extraordinarias, publica la sección científica del sitio ABC.es.
“Cuando la teoría predijo que el efecto Hall cuántico se podía observar en el espacio tetradimensional, -afirma Mikael Rechtsman- se consideró como algo de interés puramente teórico porque el mundo real consiste en tres dimensiones espaciales; era más o menos una curiosidad. Pero, ahora hemos demostrado que el efecto Hall cuántico de cuatro dimensiones puede emularse utilizando fotones (partículas de luz) que fluyen a través de una intrincada pieza de vidrio, una matriz de guías de ondas”, dice el científico en la revista Nature.
En resumen, cada laboratorio ideó su propia configuración experimental. La primera lo hizo con átomos ultrafríos y la segunda con partículas de luz (fotones), algo que les permitió vislumbrar la cuarta dimensión espacial en virtud del efecto Hall cuántico, la versión cuántica del conocido efecto Hall de los campos eléctricos.
Para comprender mejor el trabajo de los investigadores, imaginemos que proyectamos la sombra de un objeto tridimensional, por ejemplo un cubo, sobre una superficie de dos dimensiones, como una hoja de papel.
El resultado será un cuadrado, y aunque la sombra no tiene profundidad, aún permite aprender muchas cosas del objeto de tres dimensiones (el cubo) que la proyecta. Según el mismo razonamiento, el propio cubo sería a su vez una proyección tridimensional (una sombra) de un objeto de cuatro dimensiones, un “hipercubo” que no podemos descifrar ni percibir. De la misma forma un ser de dos dimensiones no podría visualizar un cubo en 3D y tendría que conformarse con la sombra en forma de cuadrado.
“¿Algún parecido con el mito de las cavernas de Platón?”, se pregunta el profesor Luis Bustillo, estudioso de la parapsicología.