Los truenos y relámpagos encendieron las alarmas a primera hora del día. La tormenta, anunciada por los especialistas para la noche previa, se hacía presente en Buenos Aires en un momento inoportuno. En pocas horas más debía jugarse la primera final de la Copa Libertadores y comenzó un “diluvio” de especulaciones.
¿Se juega? ¿Se retrasa el horario de inicio? ¿Se suspende? ¿Lo pasan para el día siguiente o lo reprograman para el lunes, miércoles o sábado? Demasiadas preguntas que buscaban respuesta, pero que nadie parecía tenerlas.
Tanta agua no alcanzó para apagar la pasión de los hinchas “xeneizes” que antes del mediodía aparecieron en La Boca. Los del interior llegaron en grupo desde diferentes puntos del país. Ahí estaban algunos tucumanos que arribaron por iniciativa de la peña “Tanque Rojas”. Para ellos no importaba la lluvia. Sólo pedían que el partido se jugara. El regreso estaba programado y una suspensión podía significar no poder estar presente en la final más importante en la historia de la Copa.
Las puertas de La Bombonera se abrieron a las 13.15, con un retraso de 15 minutos según lo pautado por la organización. Justo en ese momento la lluvia volvió a castigar con fuerza, mientras los hinchas comenzaban a ingresar.
Los celulares fueron la vía de comunicación para saber la decisión de la Conmebol, anuncio que se fue postergando cada 30 minutos. Las redes sociales estuvieron a full. “Se pasa para las 19”, gritó un socio con ganas de dar la primicia. “No hay nada resuelto”, respondió otro que hablaba por teléfono con un familiar, al que le pedía que viera la TV y lo mantenga informado. A esa altura el partido se jugaba lejos del campo de juego. Mientras tanto el agua hacía lo suyo: anegaba varios sectores de la cancha.
“Dicen a que las 18 deja de llover”, comentó una joven que por un momento se sintió Sol Pérez cuando presentaba el clima por TyC Sports. Las especulaciones y los comentarios se sucedían uno detrás de otro. “El plantel de Boca se queda en el hotel a la espera de novedades”, advierten mientras un rayo iluminaba el cielo cada vez más gris. La lluvia no cesa. Los minutos corren. La incertidumbre es cada vez más grande.
“Esto va a favorecer a River. Con la cancha así será imposible hacer un gol. Es un 0 a 0 cantado”, se lamentaba un hincha al analizar la previa como si fuera Diego Latorre. “Queremos la Copa...” comenzaron a cantar los hinchas en la segunda bandeja como si estuviesen seguros de que la final se iba jugar. Nada les importa más que ganar la séptima. Cuando los enviados de la Conmebol salieron a inspeccionar el campo de juego comenzaron los insultos. También la ligó el presidente de Boca, Daniel Angelici.
Las especulaciones se terminaron cuando se anunció la suspensión. Ahí comenzó otra historia. ¿Cuando se juega? Puede ser hoy, el miércoles o el sábado. Nadie sabe. Los hinchas del interior debaten qué hacer. Volver o quedarse es la opción. Si postergan el regreso, necesitan dinero para cubrir los costos extra. Los micros piden una suma adicional para pasar la noche en Buenos Aires y los hinchas comienzan a hacer la “vaquita” para reunir las sumas que oscilan entre 10.000 y 15.000 pesos.
A esa altura, el revendedor ya no ofrecía las populares a 20 y las plateas a 25. Claro que para ser preciso a es cifra hay que agregarle tres ceros. A él, la lluvia le arruinó el negocio. A otros, les rompió la ilusión. Mientras tanto, nadie fue capaz de confirmar cuándo se jugará el primer capítulo de la súper final porque hoy todo lo vivido ayer puede repetirse.
Ni el pronóstico ayuda
“El panorama no es alentador. Las lluvias van a continuar durante todo el domingo, el lunes y el martes”, dijo al canal Fox Sports el meteorólogo Christian Garavaglia. La Conmebol se tomará su tiempo para definir si se juega desde las 16 de hoy, o no.
¿Y la revancha?
Por el momento, el segundo partido de la final de la Libertadores se mantiene previsto para el sábado 24, desde las 17, en el estadio Monumental de Núñez. Eso sí, dependerá de si el duelo de ida se juega antes. Ambos clubes e hinchas rezan porque así sea.
Una locura
La lluvia de ayer sobre Buenos Aires fue equivalente a 10 centímetros, la misma cantidad que la ciudad recibe de media durante los meses de noviembre, informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).