Mariela Martin no sabe nunca qué hay dentro del mármol antes de empezar a esculpir y lo descubre cuando comienza a “dialogar con la piedra”. Inés Fagalde Busquets pinta sus cuadros desde “la clara conciencia de que el arte debe estar comprometido con mi existencia, con lo genuino de mi historia y del lugar donde vivo”
Ambas protagonizan la muestra “Transformaciones. De la piedra a lo sublime. Del óleo y la tela a la eternidad”, que se inaugurará hoy a las 19.30, en la Casa Museo de la Ciudad (Ex Casa Sucar, Salta 532), de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Las presentará Gloria Zjawin de Gentilini, especialista en Arte Americano y Regional.
“La mayoría de las veces salgo en busca de una piedra que responda a mi proyecto. Estudio su calidad y veo tamaño, color, componentes vegetales, grietas... La escucho, la palpo, la quiebro para ver consistencia, pero nunca se sabe qué hay dentro; te podés sorprender y encontrar con una mancha vegetal en el lugar menos indicado o una rotura que mejora tu intención inicial. Cuando uno inicia el camino de escultor, la piedra te domina, aunque con el tiempo nos comprendemos”, describe Martin.
La artista aclara que “la escala de la piedra, la disponibilidad de bloques gigantes, grandes o pequeños, condiciona las herramientas que utilizarás, la técnica que vas a elegir y el tiempo que pondrás en el proyecto, pero la posibilidad de estar en las canteras me permite pensar sin límites y allí soy feliz”
Fagalde Busquets fue discípula de Ezequiel Linares, quien le legó los principios que guían su obra. “Me enseñó que el artista no sólo era lo que pintaba y la increíble técnica que él transmitía, de amor al material noble del óleo, sino lo que leía, la música que escuchaba, lo que pensaba”, sostiene.
El compromiso social de su maestro la impulsó a trabajar en sectores carenciados: “por más de una década capacite y empodere a vecinos de la citricola San Miguel, para que descubriesen su propia voz interior y su valor; luego me interesó la salud mental y trabajé junto con psicólogos en grupos terapéuticos y del hospital Avellaneda, mientras que yo me iba sanando a mí misma”.