Hace 16 años Erin Bell, detective de la Policía de Los Ángeles, se trasladó al desierto de California para infiltrarse en una banda criminal liderada por el temido delincuente Silas.
Todo va bien hasta que, durante un gran atraco, se revela la verdadera identidad de Bell y ella no logra su objetivo, que es capturar a Silas. Años después, el criminal regresa más peligroso que nunca para realizar el robo a banco más grande del mundo. ¿Logrará Erin cumplir con su objetivo esta vez?
Esta es la sinopsis de “Destrucción”, película que dirige la realizadora neoyorkina Karyn Kusama y que protagoniza Nicole Kidman, tan camaleónica e intensa que obtuvo la nominación al Globo de Oro en la categoría de mejor actriz.
Cambio de registro
El tráiler oficial muestra a Kidman irreconocible, no sólo por la transformación física de maquillajes y prótesis que experimenta, sino por el cambio de registro actoral por el que muchos comentarios auguran una esperable nominación al Oscar, el próximo martes.
En radical oposición a la siempre perfecta “Barbie” que corporiza la actriz australiana en las alfombras de las premiaciones, su personaje expresa en su decaimiento físico una extrema degradación interior, con una realidad alterada por el insomnio y el alcoholismo. Se la ve demacrada, desarreglada, con el pelo sucio y la mirada perdida.
Esta vez, el detective de Policía decadente no es hombre, tal como acostumbra mostrar el cine de Hollywood, sino una mujer degradada como Bell. El personaje tiene dos facetas opuestas en la narrativa no lineal de Kusama, a partir del guión de Phil Hay y Matt Manfredi. Con “Destrucción”, el director propone un thriller psicológico y policial pensado especialmente en función de la protagonista.
A esta altura está de más cuestionar el talento de Kidman. Sobre todo teniendo en cuenta que, con más de tres décadas de carrera y a pesar de la facilidad con que Hollywood prescinde de sus figuras, su prestigio y vigencia no se han resentido en lo más mínimo. A los 51 años, la actriz que se ufana de la eterna juventud se permite afearse, como cuando fue Virgina Wolf en “Las horas” y ganó el Oscar.