Ya se fue marzo, pero para San Martín, la temporada de exámenes comenzó con el empate 1-1 con Estudiantes. Porque si bien la Copa de la Superliga y la Copa Argentina están a la vuelta de la esquina, el mundo “santo” no piensa en otra cosa que en retornar en 2020 de la B Nacional a la Superliga.
En ese contexto, no importaba demasiado la cosecha de puntos que el equipo se llevara del “Único de La Plata”. Claro, el empate consumado con ese remate de Gonzalo Rodríguez que niveló la media vuelta goleadora de Jonathan Schunke no estuvo nada mal para un equipo ya descendido, pero que lejos de parecer deprimido lució más bien liberado, tras la terrible presión de los últimos meses.
Y que además jugó con un hombre menos durante 45 minutos, “gentileza” del reincidente Adrián Arregui, irresponsable en la forma de dejar a su equipo con un hombre menos. Con ocho bajas entre lesiones y la suspensión de Lucas Acevedo, la expectativa estaba puesta en el rendimiento de aquellos cuya continuidad está bajo la lupa para la temporada venidera. Y algo más: algunos que desean quedarse en Primera, también comprendieron que era su oportunidad de mostrarse.
El propio Ricardo Caruso Lombardi había dicho que frente al “Pincha” jugarían aquellos que estuvieran mejor. Con un asterisco que se agrega: en particular, los que tengan posibilidades ciertas de quedarse después de junio, en un proceso que ya no lo tendrá a él como entrenador. A esos nombres, se les agregó Matías García, que dirá adiós pero todavía sigue aportando su talento a la causa “santa”.
Pese al mal de ausencias que afectó la táctica (sin un delantero como referencia de área, sólo Gonzalo Rodríguez ofició de hombre de punta), San Martín, que prácticamente no pateó al arco del rival, terminó redondeando una aceptable actuación frente a un Estudiante muy pálido, muy lejos de la idea de juego asociado que pregona a toda voz Gabriel Milito.
Así, el boletín de calificaciones arrojó varios aprobados, empezando por Juan Orellana, una de los puntos altos del “Santo”, casi siempre bien acomodado, con aparente futuro de caudillo, como si llevara una centena de partidos en primera.
Rodríguez ratificó su maduración con la definición en el gol y la capacidad de generarle dolores de cabeza a la defensa rival pese a jugar arriba en soledad.
Pedro Fernández mostró personalidad para dar órdenes a sus compañeros durante todo el partido y achicó bien en un par de ocasiones. Al juvenil Tomás Federico, en su primera vez como titular, el partido le costó sobre todo en la etapa inicial, pero habrá que esperarlo. En el complemento entregó buenas señales y redondeó un buen partido.
Nicolás Giménez podría valer el esfuerzo de renovar su préstamo. Tuvo un partido con altibajos hasta su reemplazo, pero inquietó con un remate que pudo romper el cero.
Entre los desaprobados hay que destacar a Arregui: cuando recibió la primer amarilla, a los 16 minutos, ya tenía destino de roja, que llegó a los 49’ por una falta evitable a Gastón Fernández. No fue solo eso, el volante central falló en varios pases y tampoco aportó quites.
Si además de por el futuro había que jugar por el honor, por terminar lo mejor posible esta Superliga, San Martín respondió, supo superar el examen. Estudiantes estuvo más cerca en el global, por aquel tiro libre en el travesaño de Gastón Fernández y un par de oportunidades desperdiciadas por Lucas Albertengo. Poco más.
Caruso Lombardi, quien se fue expulsado cerca del final por hacer tiempo “cambiando un cambio” tal como Eduardo Coudet ante Tigre, metió el “colectivo” frente al propio arco para aguantar un empate que a San Martín le supo bien.
La “misión retorno” ya empezó.