Entre la “Vaca Muerta y la Vaca Viva” transitó la exposición que realizó, el fin de semana pasado, en el marco de la Expo Apronor 2019, el ingeniero agrónomo y periodista Héctor Huergo, director del Suplemento Rural del matutino porteño Clarín.

Comenzó trazando un panorama del país a partir de 2015, cuando volvieron a las rutas argentinas las movilizaciones de los productores agropecuarios para defender la democracia y el sistema de los comicios electorales en todo el país. También repasó la actitud que tuvo el kirchnerismo, durante 12 años de gobierno, para con el campo argentino. Así llegó a nuestros días y dejó varias definiciones:

* Estamos en el “Momentum 2018-2019”. El año pasado se hizo una gran siembra y sin retenciones, de la mano de la genética, más la fertilización y el buen clima, lo que permitió levantar 140 millones de toneladas de granos.

* Hoy, la sociedad argentina está pendiente de lo que ocurre en el campo, de los dólares que generará y que ayudará al Estado. El agro está siempre; es la tabla de salvación del país. Todo esto permite que la Argentina sea viable, porque cuenta con un sector agroindustrial muy competitivo.

* En el país se utilizan las últimas innovaciones tecnológicas que hay en el mundo: siembra directa (fue una revolución); biotecnología; nutrición de cultivos; control de plagas, malezas e insectos; y la eficiencia de la cosecha. Pero debemos tener una visión de “faros largos”: hoy Argentina produce alimentos para 400 millones de habitantes, y vamos a tener que alimentar, en 2050, un mundo de 9.000 millones de habitantes. Y los desafíos serán: hacer una agricultura de bajo impacto en el ambiente, con pocas emisiones y muy eficiente en los aspectos energéticos. Y sabemos que Argentina es el país que produce más toneladas por litro de combustible fósil quemado, que genera gas invernadero.

* ¿Cuál es el destino de la agricultura? Primero, produjimos alimentos y fibra; ahora, hay que hacer alimentos, energía (produciendo etanol a partir de la caña de azúcar), biomateriales, bioeconomía, integración de actividades y cuidar la huella ambiental.

* Estamos en una transición energética: sobre el fin del uso del petróleo y trabajando con alternativas energéticas para limitar las emisiones contaminantes.

* Es el momento del “nodo etanol”. En la zona de influencia de Apronor se producen 250.000 tn de soja (entre 60.000 y 70.000 ha) y 60.000 tn de maíz (en unas 10.000 ha), donde tenemos malezas resistentes, rotación de cultivos, nuevos eventos tecnológicos y otras novedades. Y el maíz ocupa el centro de la escena. Lo van a necesitar, y mucho. ¿Por qué? Desde Tucumán los granos recorren 1.000 km para llegar al puerto, entonces es necesario hacer y repensar la producción. El maíz es fundamental en la rotación con soja; entonces, hay que pensar más en maíz. Este grano está vinculado con el etanol, y en la Estación Obispo Colombres tienen el conocimiento y la tecnología. Además, el maíz es más eficiente que la caña de azúcar en su procesamiento: a) la caña se cosecha húmeda y con fecha de vencimiento, y toda esa materia debe ser transportada hasta el ingenio, que es caro; b) el maíz se cosecha, y ahí tengo la masa verde para transformarla en silo o en “burlanda”, que puede transformarse en carne. Entonces, con el maíz se puede ir a los ingenios a moler en la interzafra, o tener su propia planta de etanol.

* Conclusión: a) Hay que lograr la integración caña/maíz, que es una alternativa para que la soja encuentre más sustentabilidad y agregado de valor. b) Tenemos la “Vaca viva” (masa verde del agro), sólo hay que darle de comer, y seguir saliendo de la “Vaca muerta” (producción de petróleo del sur del país). No hay que privilegiar la “Vaca muerta” sobre la “Vaca viva”.