Uno de las mayores tragedias de Federico García Lorca revive ahora en clima de clown. “La casa de Bernarda Alba” se transmuta en “La vestido verde”, atravesada por las risas que propone el grupo cordobés Cortocircuito, que se presentará mañana a las 22, en el teatro municipal Rosita Ávila.
El detalle del elenco ya anticipa de qué viene la puesta dirigida por Julieta Daga: el nombre de cada intérprete está acompañado de su seudónimo como payaso. Así figuran Laurita Ta-payasa Rótula; Sergio Barrera Vázquez-payaso Calambre; Chino Castillo-payaso Kinoto; Manuel GT-payaso Margarino; Fanny Pérez-payasa Carranza; Agustín Alesso-payaso Gripe y Mari Mansilla-payasa Abrupta. Con ese solo reparto ya se sabe de qué va la historia reconceptualizada por la directora, quien cuando dialoga con LA GACETA aclara de entrada que usará los términos payasa, payaso y payase en forma aleatoria.
“Me pareció un territorio rico para el payaso, para que su amor y anarquía se revuelque en las palabras y la fibra de Lorca. Nos reímos de la mezquindad de la humanidad, de los fanatismos, del desamor, de la debilidad de la fuerza. Nos reímos de los bordes, de lo prohibido, de la ignorancia de los “fuertes”... Nos reímos de la muerte”, sostiene.
- ¿De dónde surgió la idea: fue parte de un proceso de taller o conformaste un grupo especialmente?
- Fue así: el grupo surgió de un taller anual de clown que dicté junto a dos compañeros más y a fin de año hizo una puesta final desde donde se desprendió su nombre, Cortocircuito. Pasaron unos años y el grupo siguió conformado como tal, haciendo puestas con la ética payasa y al cabo de un tiempo me convocan para que los dirija en 2014. Les propuse reversionar este clásico y desde ese momento no paramos. El proceso de adaptación fue hecho al estilo taller-laboratorio, por supuesto; como ya había trabajado durante mucho tiempo con las actrices, actores y acteres en sus payasos, la puesta en escena fue un dinámico montaje. Podríamos decir que el proceso comenzó aquel día del primer taller conmigo.
- El grupo hizo antes “La cantante calva”, de Eugene Ionesco. ¿Por qué decidiste afrontar ahora el clásico de Lorca?
- Porque me pareció que le iba bien al grupo, porque sus búsquedas y las mías andaban por ahí, no tenía que ver con la obra anterior de ellos, sino más bien con un deseo de poner en escena el universo de Lorca, las pasiones, el sexo y el género en disputa. Pero sin duda que todo lo que el grupo vino trabajando hasta el proyecto que emprendimos juntos fue antecedente para esta aventura.
- ¿Hubo reacciones críticas de los puristas del drama español?
- No, para nada, siempre tuvimos muy buena aceptación. “La vestido verde” respeta el amor de este clásico, los textos están casi enteros y los payasos son interpelados por su universo y agradecen el dispositivo que le ofrece para crecer en él. Yo creo que a Federico le gustaría.
- ¿El humor permite tomar distancia de la tragedia?
- No, el humor nos acerca, abraza lo trágico, es necesario para tomar conciencia de que forma parte de la naturaleza de la vida. La risa nos acerca a lo irremediable, a poder abrazar ese destino y perderle el miedo a la muerte. El payaso, la risa, son levedad poética, lo intangible que se siente en el cuerpo, lo más parecido a la felicidad. Si podemos reír, podemos elevarnos por sobre lo imposible.
- ¿A qué se debe que varios personajes femeninos sean interpretados por actores?
- Algunos personajes femeninos son llevados a cabo por payases masculinos por una decisión de dirección; no hay género en ellos, son libres, no tienen límites de género, no se definen, están en un eterno devenir. Un payaso no se cuestiona eso, en su universo no existe ese tipo de problemas culturales.
- ¿La estética del clown atraviesa toda la obra o toman aportes de lo clásico en algún momento?
- El payaso y el clásico atraviesan juntos toda la obra, no hay partes para cada uno, están fusionados al 100%
- En los 80, el Clu del Claun ya tomó textos venerados y los reformuló en su “Historia del Tearto”. ¿Se puede trazar una línea entre ambos espectáculos?
- Conozco su trabajo, ellos son referencia de todos las payasas, payasos y payases de Argentina, pero nosotres tenemos nuestra propia línea ya. Córdoba generó sus propias búsquedas, fuertes y diversas, como en Tucumán; doy fe de esto.
- Además vas a dictar un día de taller específico sobre el clown y lo clásico, ¿cuáles son los ejes principales?
- Lo dictaremos junto a dos integrantes del grupo, Laura Bringas y Claudio Castillo, dos docentes de Córdoba. El eje del taller estará centrado en la ética payasa y el texto clásico como dispositivo de la escena, de la improvisación y adaptación. Trabajaremos a partir de “Antígona Vélez”, de Leopoldo Marechal.
- ¿Qué valor le das a la ética?
- La ética payasa es un procedimiento que es un regalo para las actrices y actores. Nos ofrece la posibilidad de liberarnos de los bordes, de los deber ser, de lo formal... Es una hermosa posibilidad para crecer dentro de la escena como artistas soberanos. Su valor es ese, es un lenguaje en eterno devenir, del que somos responsables amorosos de deconstruir en colectivo. Yo creo que Federico era payase.