El descenso de la Superliga fue un mazazo para San Martín. El equipo perdió un lugar con el que había soñado durante nueve años y deberá volver a jugar la B Nacional. Pero el tema es mucho más complejo que un simple paso atrás en lo que a divisionales respecta.
El “Santo” perdió mucho más que una plaza en la elite del fútbol argentino. Con la nueva estructura, el retroceso supone una sensible perdida en lo económico, debido que a que el reparto económico es muy dispar entre la primera y la segunda categoría de nuestro fútbol.
Pero además, desde que en AFA decidieron crear la estructura de Superliga, un descenso también supone un enorme paso atrás en l que concierne al fútbol amateur.
Hace algunos años, cuando un club decidía invertir en sus inferiores y se lanzaba a jugar los torneos juveniles organizados por la entidad madre de nuestro fútbol, podía hacerlo independientemente de la división en la que estaba jugando su equipo de Primera. Sin embargo con la llegada de la Superliga, eso se modificó.
Actualmente, la estructura de inferiores es idéntica a la de Primera División. Para jugar un torneo de la principal categoría argentina, cada club debe presentar un representativo en Reserva (tienen el mismo calendario que su similar de Primera) y también a sus seis categorías de inferiores (cuarta a novena). Por ese motivo, el descenso de San Martín afecta también, indirectamente a sus divisiones menores.
En la B Nacional no existe la obligación de presentar sus categorías juveniles en los torneos de AFA. De hecho, al actual torneo de la B Nacional de inferiores lo disputan equipos que militan en la segunda división, como así también algunos que están en categorías inferiores (Primera B Metropolitana o Federal A).
A San Martín le costó muchísimo armar la estructura de juveniles. Si bien la dirigencia, desde su asunción, tenía como una de sus prioridades armarla, le llevó tiempo. Así, cuando logró el ascenso en junio de 2018 lograron establecerla y, actualmente, las divisiones menores del “Santo” siguen disputando el actual torneo organizado por AFA, que terminará en junio próximo.
Por eso, entre uno de los temas a tratar por la CD en los próximos días es establecer los pasos a seguir en este aspecto. Al torneo de inferiores de B Nacional 2018/19 los disputan Almagro, Defensores de Belgrano, Olimpo, Camioneros, Los Andes, Villa Dálmine, Atlético de Rafaela, AllBoys, Chacarita, Quilmes, Platense, Brown de Adrogué, Sarmiento, Arsenal, Temperley, Flandria, Instituto, Deportivo Morón, Nueva Chicago, Ferro, Estudiantes de Río Cuarto,Gimnasia de Mendoza, Estudiantes de San Luis, Independiente Rivadavia, Juventud Unida de San Luis y Deportivo Maipú de Mendoza. Todos ellos en un campeonato que incluye a las categorías de cuarta a novena (el torneo de Reserva no existe a este nivel, por lo que los clubes le dan rodaje a sus jugadores en los torneos de Liga locales). A ellos, en la próxima temporada se les agregarán Tigre, San Martín de San Juan y Belgrano y dejarán de jugarlo los dos clubes que logren el ascenso a la máxima categoría.
Por eso, la decisión que deben tomar en Bolívar y Pellegrini es qué harán al respecto. Es cierto que el nivel deportivo de la B Nacional de inferiores no es el mismo que su torneo similar de Superliga, pero le ofrece a los chicos un “roce” que no encontrarán en los organizados por la Liga Tucumana. “Vamos a ver qué es lo que sucede con los clubes que descendieron este año”, aseguraron desde la dirigencia “santa” que no quiere truncar el proyecto iniciado hace poco más de un año.
Que Belgrano (uno de los clubes del interior con mejores inferiores) tenga que jugar la B, sirve de sueño para que la categoría de inferiores se potencie. Pero por ahora no hay nada concreto. Los dirigentes “santos” tienen que tomar una decisión clave para el futuro de sus chicos.