ESTRENO

• A las 22 en La Gloriosa (San Luis 836).

Pablo Parolo toma a la Biblia como punto de entrada para la construcción dramatúrgica de “Como casi siempre al principio”, donde se habla con humor de los hechos que narra, pero sin abordar una crítica a lo sagrado, a la religión ni a la Iglesia. “Pretendo compartir con el público una posible reescritura de textos sagrados desde el escenario”, le dice a LA GACETA el autor, director y protagonista de la obra que se estrenará esta noche en La Gloriosa.

El elenco lo completan Guido Guerrero, Claudinna Rukone, Manuel Villarrubia, Armando Díaz, Tuly López, Lula Olivera y Kikín Díaz, con escenografía y vestuario de Eli Cárdenas, en una conjunción de los grupos Compañía Filodramática de Socorros Mutuos, El Circo y Club Concert más actores independientes. “Resistimos juntos el embate de políticas implementadas en desmedro de la ciudadanía y del teatro”, explica.

Su propuesta es un relato de múltiples niveles, según precisa: “desde el comienzo aparece el metateatro, ya que cuenta la historia de un ensayo en el que un director omnipotente, mediocre y tiránico quiere montar un espectáculo con su elenco y sus ayudantes; la idea es representar en un segundo grado de realidad, con mundos poéticos, el relato bíblico de Adán y Eva y su expulsión del Paraíso, Caín y Abel, Moisés y el legado de los Diez Mandamientos y la crucifixión de Jesús, entre otros pasajes, lo que remite a los modelos del teatro medieval teocéntrico”. “Pero la obra busca otro nivel, en una dimensión narrativa profunda, casi llevada al estatuto de visión arquetípica, porque tanto el trabajo teatral como las vidas de los hombres aparecen como recreaciones y variaciones de los moldes bíblicos”, aclara.

En la puesta en escena, el director recurrió a material visual proveniente de la iconografía religiosa, y en el guión abrevó en escritos de diversos autores de la literatura universal.

“La creación teatral es analogada con la creación del mundo; cada día, a cada momento, el hombre vuelve a ‘inventar’ el amor al prójimo, la piedad o el odio; cada día el hombre vuelve a ser expulsado del Paraíso, a repetir la historia de Caín y Abel o la crucifixión de Jesús. El teatro vuelve a ‘crear’ el mundo. La constante última, la más profunda de esa sintaxis es el crimen o la muerte, razón por la que el personaje de María se empeña en limpiar un recurrente rastro de sangre que se renueva constantemente en el centro del escenario”, justifica.

El uso de los signos en escena refleja también los cruces que busca la puesta, con un anacronismo presente en los tiempos bíblicos y los contemporáneos o un lenguaje que pasa de ser coloquial a repetir textualmente pasajes de las Sagradas Escrituras, lo que produce un efecto de ambigüedad.

“La estructura de ‘Como casi siempre al principio’ remite al procedimiento musical de la variación, que consiste en la transformación de un elemento musical y su tema central de maneras diversas, como así también al quodlibet, donde el compositor hace oír dentro de su propia obra fragmentos reconocibles de piezas de otros autores. Por eso, el texto hace constantes referencias a frases, imágenes y sonidos que están en la memoria popular”, concluye.