En especial durante la etapa comprendida entre la niñez y la adolescencia, el deporte resulta un excelente anticuerpo contra los flagelos que amenazan en la sociedad. Más aun si este se ofrece en zonas de mayor vulnerabilidad. En Gaspar Bernardo Lasalle 650 (altura Chacabuco al 4.500, barrio Independencia I) funciona el complejo Libertad. Nació en aquel duro 2003. La Municipalidad de San Miguel de Tucumán había cedido un sector de la plaza barrial, donde se improvisaron algunas canchas y se construyó un baño. Actualmente resulta chico para albergar las tres centenas de socios, que a diario se llegan hasta allí desde 14 barrios cercanos, para practicar fútbol, hockey, voley o básquet.
“Habíamos armado este proyecto porque si alguno de esta zona quería hacer alguna actividad deportiva debía trasladarse mucho, porque el complejo más cercano es el Belgrano. En cambio ahora cualquiera puede venir con una pelota de básquet, de voley o inscribir a los chiquitos”, explica Jorge Barrionuevo (62 años), regente de Libertad. En esta tarea lo ayuda su compañera, Nora del Valle Sotelo (62), como coordinadora.
La mayoría de los socios son niños; los más pequeños recién cumplieron 4 años; y unos 120 tienen entre 6 y 13. Allí estriba, a criterio de Jorge, la fortaleza de Libertad. “Un chiquito que arranca en ‘Cachorritos’ (categoría de 4 o de 5 años) tendrá una década de contención en el complejo, porque pasará a ‘Cebollitas’, luego a ‘Infantiles’; es decir que casi toda su infancia en el complejo”, dice.
Semillero de cracks
Tal contención puede rendir frutos. Así ocurrió con Libertad: de allí salieron Carla Gramajo, Yanina Gramajo y Karen Puentes, que se destacan en San Martín -Carla, además, integró la selección argentina Sub15-; Rocío Correa, goleadora de San Lorenzo, y parte del plantel de la Selección Sub20, y la arquera Solana Pereyra, que tras disputar el Mundial de Francia con la “Albiceleste” fue citada para los Panamericanos de Lima.
El reconocimiento a los orígenes puede verse colgado en una de las paredes del club. “Una Navidad nos visitó Rocío y nos regaló su camiseta de la selección argentina. Fue un orgullo tremendo, porque sentimos esas chicas como nuestras hijas. Rocío es clase 2000, fue parte de nuestra primera camada. Nos acompañaba a todos lados; la vimos crecer, sufrir. Verla hoy nos llena de alegría”, dijo Jorge. Y el reconocimiento es mutuo. “Libertad es mi casa; lo llevo en mi piel. A Jorge lo considero otro papá: me formó en lo deportivo y también en los valores humanos”, había dicho Rocío a LG Deportiva, en una nota publicada el 19 de abril.
Pero Correa no es la única “hija” de Jorge y de Nora. “Al complejo también lo vemos así, porque nació de un proyecto de una asociación que teníamos en aquella época. Lo queremos tanto porque en él pasamos la mayor parte de nuestra vida”, dijo Barrionuevo.
Valores
El deporte es una excusa en el complejo. “Conversamos con los chicos sobre los valores que deben aplicar dentro de la cancha y en la vida. Debemos ser compañeros, solidarios, honestos; eso resulta elemental para armar un equipo. No ser egoísta, ayudar a los compañeros, alentarlos. Todo eso inculcamos”, dice el regente.
En tiempos en los cuales se habla de estadio único, Jorge prefiere un sueño más modesto: “que se construya un complejo para toda la zona sur de la ciudad; cuanto más ocupado esté el chico mejor, y más en estos tiempos difíciles”. Y confía en que su deseo se cumplirá. “Actualmente el complejo está saturado. Hay un terreno, no sabemos de quién es, que estaba sembrado con caña, pero que hoy no se usa. Quiero que Libertad se mude a ese predio, para que sea más amplio; para que mejoremos la estructura, y podamos tener más baños y vestuarios”, ansía.