Fueron indispensables. Hasta que la tecnología avanzó y amenazó con borrarlos del mapa. Justo cuando estaban ahí, en vías de extinción, el amor por lo retro les dio una nueva chance de vida. Hoy son oficios que gozan de muy buena salud. Y nadie se animaría a ponerles fecha de vencimiento.
Están los que reparan tocadiscos, los que restauran bicicletas oxidadas y los que recuperan muebles antiguos. Hay barberos, hojalateros y hasta “doctores de juguetes” que tienen cada vez más demanda de trabajo.
¿Cómo se desarrollan hoy los oficios de antes? Algunos lo hacen como siempre. Otros resucitaron con mucha más especialización. Porque los amantes de lo vintage quieren creaciones únicas pero que al mismo tiempo respeten lo mejor posible aquellos diseños originales.
A girar platos otra vez
“Nunca pensé que iba a volver a trabajar en esto”, dice José María Mussatti (48). Es dueño de un local donde se reparan equipos electrónicos. En su abarrotado taller, entre las pilas de televisores, reproductores de DVD y microondas, aparecen viejas bandejas para escuchar vinilos. Desde hace dos años, con la vuelta de long play, cada vez más clientes lo buscan para que arregle sus tocadiscos.
Mussatti, que en su juventud fue DJ, está más que feliz con esta nueva moda. Cada vez que le llevan un equipo de esos que hicieron furor en las décadas del 60 y el 70 siente que en sus manos tiene un verdadero tesoro. Él mismo se arregló una bandeja -tal como lo hacía hace 30 años- y ahora recorre las ferias para comprar viejos vinilos.
Según Musatti una de las razones por las cuales la gente repara tocadiscos es por moda: se han vuelto a escuchar los viejos long play y casetes de cinta, hay reediciones históricas de vinilos clásicos y muchos grupos actuales difunden sus trabajos en este formato. El otro motivo es más nostálgico: la sensación acústica de escuchar los discos de vinilo es diferente a la de cualquier otro dispositivo.
“Hay personas que compran bandejas y otras las buscan en la casa de algún familiar. Aunque hay nuevos equipos no son como los antiguos; estos logran transmitir el sonido de las viejas orquestas, tal como sonaban en los tiempos en que grabaron los discos. Por eso el interés en repararlos”, resalta.
Mussatti pone un disco en su bandeja y grafica: “ese ruido del comienzo, como a fritura, es lo máximo.... muy distinto al sonido plano de los equipos actuales”.
¿Quiénes buscan rehabilitar sus tocadiscos? “Las personas de 50 o más, que prefieren la música del vinilo antes que los formatos de hoy. Vienen por una cuestión sentimental, traen el tocadiscos que era de la mamá, de la abuela, para conservarlo como un recuerdo. Algunos tienen 30 o 40 discos, y lo quieren para volver a escucharlos. Pero también vienen más jóvenes. Por suerte, es raro que estos equipos no tengan arreglo. Nada que ver con los electrodomésticos actuales, muchos de los cuales son descartables”. precisa.
En general, las bandejas necesitan cambio de correa, cápsula y púa. El service puede costar unos $ 2.000. La cosa cambia si llega un tocadiscos con válvulas. Eso es más complicado. Pero siempre es una tarea mágica, dice Mussatti. La magia se siente cuando logra repararlos y, entonces, pone el vinilo, la púa se acomoda, el plato empieza a girar, el parlante vibra y la mente viaja en el tiempo.