El jueves pasado, y con motivo del partido que ayer jugaron Inter y Roma, el diario deportivo “Corriere dello Sport”, tituló en su tapa: “Black Friday” (Viernes Negro). La ilustraron, lastimosamente, con fotos de un futbolista de cada equipo: Romelu Lukaku y Chris Smalling. A su vez, dos afrodescendientes.
El “Black Friday” es esa jornada de importantes rebajas en las compras por Internet que justamente tiene lugar en esta época. El juego racista de palabras y asociaciones para elaborar esa tapa está a la vista.
La discriminación en el fútbol ha llegado para quedarse hace rato. Generalmente la relacionamos a las tribunas, por ejemplo. Los cánticos de varias de las hinchadas utilizan al color de piel, la sexualidad, la religión. la nacionalidad o el mismo género humano para insultar a un rival. También al vestuario, donde todavía no “existe” el primer jugador profesional homosexual confeso.
Quizás deberíamos empezar a mirar hacia adentro del periodismo también. El solo intento de buscar el guiño de lectores y lectoras con una tapa como la que publicó para sus miles de lectores ese diario italiano es cuestionable. Otro de sus efectos es la identificación inmediata que siente la persona que discrimina con el periódico. Una especie de refugio racista en el que está protegido.
En 2017, en nuestro país, también nos vimos obligados a mirar hacia adentro del periodismo en este tema. Durante la transmisión del partido de Eliminatorias Argentina-Perú para el Mundial de Rusia 2018, el periodista de TyC Sports Martin Arévalo, lanzó este comentario sobre el delantero al aire: “Mamita, no quisiera encontrármelo a Paolo Guerrero a la noche en Constitución (un barrio de Buenos Aires) a las 3 de la mañana”. Tantos prejuicios en una sola frase que cuesta elegir por dónde empezar. El denominador común es el intento de buscar generar empatía en un espectador o espectadora que a diario escucha ese tipo de comentarios.
“Es uno de los titulares más tontos que he visto. Deben hacer mejor trabajo porque alimentan el problema del racismo”, fue la respuesta de Romelu Lukaku a la publicación del matutino. Y hay que escucharlo. Él escucha semana a semana los gritos y gestos racistas en varias canchas del fútbol italiano. Cualquier reacción de enojo hubiese estado permitida pero Lukaku decidió hacerlo con altura y enseñanza: si el periodismo no tiene intención de combatir la discriminación, al menos que no lo fomente.
El problema es cuando los comentarios de ese tipo no son tan obvios. Porque no nos confundamos: esa tapa no aparece de un día para el otro. Las sutiles apreciaciones o pequeños prejuicios dentro de comentarios al pasar dentro de nuestra profesión, son las semillas que terminan germinando en publicaciones como la de “Corriere dello Sport”.
“Espero que los editores involucrados en publicar este titular se hagan responsables y entiendan el poder que tienen a través de las palabras y el impacto que estás tienen en la gente”, dijo Smalling -el otro futbolista mencionado en el título de tapa- sobre el asunto y -aunque sea obvio- da en la tecla.
Entender eso que plantea el jugador es un buen comienzo. Detectar todos los tipos (grandes y chicos) de estas posturas es otro. Eliminarlas definitivamente es lo que debería seguir para dejar de “alimentar el problema del racismo” que señala Lukaku. Así, el hincha común ya no tendrá cómplices importantes. Quizás así pueda darse cuenta de lo mal que hace.