Hace poco más de un mes, la arquitecta Olga Paterlini de Koch, integrante de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, definió al conjunto arquitectónico de San Francisco (iglesia y convento) como “la manzana más valiosa de Tucumán”. Salta a la vista que también es la más abandonada. Y hasta, irónicamente, por sus propios dueños. Aunque la razón de la partida de los frailes es otra: ellos se irán por falta de vocaciones, según explicó su ministro provincial. La orden cerrará cuatro conventos por la misma causa. Pero llama la atención que dos de ellos sean los que en peor situación edilicia están: el de Tucumán y el de San Lorenzo, Santa Fe.

No hace falta razonar demasiado para comprender que las órdenes religiosas mendicantes por su misma naturaleza no disponen de recursos para restaurar monumentos históricos, como lo es el de Tucumán, desde 1964.

La situación actual es: el templo está cerrado hace un año, el polvo devora el patrimonio, los franciscanos ofrecen esta brasa caliente al Arzobispado de Tucumán y los fieles cortan la calle, como pasó el domingo, para que el templo se arregle y los frailes no se vayan.

La ley N° 12.665, de creación de la Comisión Nacional de Museos, de Monumentos y Lugares Históricos, que dice en su artículo 2º que “los monumentos, lugares y bienes protegidos, que sean de propiedad de la Nación, de las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de los municipios, quedan sometidos por esta ley a la custodia y conservación del Estado nacional y, en su caso, en concurrencia con las autoridades locales”. Dice también que “la Comisión Nacional podrá gestionar o apoyar las gestiones de terceros ante organismos públicos o privados, para la obtención de créditos de fomento para la conservación de los bienes”.

En Tucumán se hicieron obras de restauración que no se terminaron. Desde 2015 ni el Estado nacional, ni el provincial ni el municipal (el último aporte fue en la gestión de Domingo Amaya) invirtieron en la recuperación de San Francisco. Las tareas mínimas, pre lluvia, que se hicieron este año fueron solventadas con dinero de la orden franciscana y de la comunidad a través de bonos solidarios de $100, $ 500 y $ 1,000. Las gestiones ante la Nación están hechas, pero el dinero no llega.

¿Cómo hacen los conventos de Salta y de Buenos Aires para estar siempre en restauración? Veamos: el gobierno de Salta dice en su web: “la iglesia San Francisco es uno de los templos más visitados. La basílica es uno de los íconos culturales de Salta y es valorada por su riqueza arquitectónica e historia”. Declarado esto, aporta para su mantenimiento porque la considera una fortaleza turística. En 2014 inauguró un sistema de autoguía. Además, con los dineros del Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural se armó un sitio web con fotos, videos interactivos, galería virtual, código QR y señalización. Se hicieron imprimir folletos y hasta se compró un plasma que se puso a la entrada y proyecta videos.

El templo franciscano de Buenos Aires está vallado hace cuatro años, Pero las obras se están haciendo. El Ministerio de Interior de la Nación destrabó los fondos asignados en 2014 por $93.363.549, con continuas actualizaciones. En mayo se reabrirá la basílica, aunque seguirán los arreglos por dentro. ¿Por qué no llegan los dineros públicos a Tucumán? ¿Por qué se desperdicia la oportunidad de mejorar el turismo? Son preguntas que deben responder las autoridades.