Desde su origen, el rugby se caracterizó por ser un deporte de mucho contacto físico, aunque limitado por una gran cantidad de reglas, lo que llevó a Winston Churchill a definirlo como un deporte de bárbaros practicado por caballeros. Sin embargo, desde siempre cargó con la etiqueta de ser una disciplina brusca, y por eso hasta fines del siglo XX estuvo exclusivamente reservado a los hombres.
En una encuesta publicada en la edición online de LA GACETA para conocer la opinión de los tucumanos al respecto (sin ánimo de contribuir a la estigmatización del deporte ovalado), la mayoría de los que votaron coincidieron en señalar al rugby como un deporte que genera violencia. Más precisamente, un 40% de ellos se inclinó por esa opción.
En segundo lugar, con un 24%, se agruparon los que consideran que el rugby no genera violencia, sino que, por el contrario, transmite valores de vida. Algo menos, un 21%, opinó que el verdadero problema es el consumo de alcohol, que potencia la violencia en los jóvenes.
Finalmente, un 15% de los votantes no se manifestó ni a favor ni en contra, y simplemente consideró que se trata de una cuestión que excede no solo al rugby, sino a cualquier deporte.