Es la puerta de entrada a la ciudad capitalina y la imagen que ofrece es deprimente. A la mayoría de los tucumanos les da vergüenza, pero a otros les resulta completamente indiferente. ¿Qué dirá un visitante que llega por primera vez a Tucumán y observa los matorrales a los costados del camino. Ni qué hablar de los residuos que se mueven al ritmo del viento de un lado a otro para terminar acumulándose en los extremos. Los accesos a la ciudad son deplorables. Lo peor es que a ninguna autoridad municipal o provincial parece importarle demasiado esa vista que deja Tucumán.
Entrar por el acceso Norte es una de las peores vistas que puede ofrecer la ciudad. Ingresar por el acceso sur aún peor. Hacerlo por el acceso Este, desde el aeropuerto internacional Benjamín Matienzo, es insalubre porque ese tramo se torna irrespirable. El acceso por la ruta 301, en la zona de El Manantial, es también peligroso. Más de la mitad de las luminarias están apagadas y ningún automovilista respeta los semáforos de la zona, no sólo de día, también de noche, porque los conductores temen ser asaltados.
Mientras que en el ingreso Sur, que conecta a San Miguel de Tucumán con la ruta 157, la situación no es demasiado diferente. A esto se suma la escasa iluminación, la falta de señalización y la situación del asfalto, que se encuentra muy deteriorado.
El dengue se transmite por la picadura del mosquito, que está sumamente adaptado a la vida doméstica, a la vivienda y a sus alrededores. Necesita calor, humedad y cualquier recipiente con un poco de agua para reproducirse. Todo esto puede encontrarse en los accesos a la ciudad por los cuatro puntos cardinales.
Los matorrales crecen con el correr de los días; ahora potenciados por las lluvias. Es decir que, además de la cuestión estética del ingreso a Tucumán, aquí hay una cuestión más importante que tiene que ver con la salubridad de los tucumanos y de sus potenciales visitantes.
Lo paradójico es que ninguna repartición pareciera querer hacerse cargo del mantenimiento de este servicio que es responsabilidad de las direcciones de Vialidad Nacional y de Vialidad Provincial, de acuerdo con el tipo de ruta: si es nacional o provincial.
Un funcionario explicó que como los ingresos se hallan en jurisdicción de San Miguel de Tucumán es la Municipalidad capitalina la que debe hacerse cargo de los reclamos. Empleados de los tres organismos coinciden en la importancia de una buena iluminación, y aunque en este momento el personal municipal trabaja en el acceso norte, lo cierto es que en general las entradas a nuestra capital se hallan no sólo en estado deficiente, sino con basura, lo cual brinda un espectáculo desagradable al visitante o al comprovinciano que salen o ingresan a la ciudad.
Todo esto configura una suerte de “agujero negro” en lo que a responsabilidades se refiere. Es necesario definir qué repartición se hará cargo de la iluminación, de la señalización y fundamentalmente del mantenimiento para que las malezas no crezcan y superen en altura a los puentes de los accesos a la capital.
En tiempos de inseguridad estos lugares se convierten en un territorio fértil para el vandalismo. El mal estado de los accesos a San Miguel de Tucumán no es nuevo, como tampoco lo son las promesas de que serán puestos en condiciones.