Lo que está pasando en Brasil, único país sudamericano en el que los equipos de fútbol volvieron a las prácticas (sucedió en Porto Alegre y en Recife), se está tornando incomprensible. En medio del aumento de la cantidad de fallecidos y de contagiados por coronavirus, hay presión presidencial para que todos los clubes retomen la actividad. Mientras ello ocurre, en Río de Janeiro y en torno al popular Flamengo, el efecto de la covid-19 es letal.
Antes de que Gremio, Inter y Sport Club reanudaran las prácticas sólo había un caso en Sudamérica de un club que no cerró pese a la pandemia: Cobresal, en Chile. Fue fugaz, porque ante la polémica desatada los de Calama debieron cesar con las prácticas que realizaban con un protocolo médico.
Lo del ”Fla” es preocupante. Los últimos sucesos llenan de dudas y de miedos al último campeón de América. Hace algunos días falleció Jorginho, el masajista histórico del club, luego de haber estado internado por coronavirus. Luego, se conoció que aparecieron, al menos, ocho nuevos casos positivos, todos de empleados del club. Mientras, los jugadores y el cuerpo técnico ya se realizaron estudios, condición fundamental para el regreso a las prácticas. Pero los resultados todavía no fueron divulgados.
Los mismos temores que tienen los dirigentes de Flamengo son los que sienten en España los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes de Eibar. Vale recordar que en la península también de autorizó el regreso a las prácticas. Pero los integrantes de Eibar no están muy convencidos de ello. Se sumaron de esta manera a las preocupaciones manifestados por sus colegas de Valencia con respecto a la reanudación de los entrenamientos y, por extensión, de la competencia en La Liga y la posibilidad de sufrir contagios de coronavirus.
Los valencianos fueron los más castigados por la pandemia: sumaron 10 casos positivos de jugadores y 15 de empleados. Por ello, tuvieron que pasar por una clínica para hacerse análisis de sangre.