Limón, azúcar y alcohol. La conjunción de esos tres ingredientes -100% tucumanos- forma el limoncello de “Iltico”, una marca que desde Tafí Viejo comienza a llamar la atención de la coctelería local y nacional. La producción industrial del licor, inspirada en las tradicionales recetas de la Costa Amalfitana, sobrevive a los embates económicos de la cuarentena y empieza a diversificarse. Y no sólo eso: la pequeña e incipiente empresa ya apunta a los mercados internacionales.
El emprendedor detrás de la iniciativa tacifeña es Nicolás Silvetti, un abogado de 44 años que, para iniciar el negocio, retomó hace unos años los conocimientos que un familiar suyo había adquirido durante su vida en Italia. “Antes de jubilarse, mi tío aprendió las recetas del limoncello y cuando volvió a la Argentina, a fines de los 90, trajo los equipos que había comprado. Así instaló una producción en Buenos Aires y le fue muy bien”, le cuenta a este diario mientras repasa sus primeros contactos con la actividad
La firma que el tío de Silvetti dirigió por décadas llegó a exportar los licores cítricos que fabricaba. El abogado, que por aquel entonces era estudiante universitario, lo ayudaba con la comercialización del producto y -dice- así se interesó en esa industria. “Luego me recibí y me dediqué a lo mío. Años después mi tío dejó la producción en terceros, pero yo siempre estuve encantado con lo que se hacía”, rememora.
La elaboración del limoncello volvería de lleno a la vida de Silvetti recién en 2017, cuando visitó a su tío - que ahora tiene 85 años- en Buenos Aires y le propuso instalar una fábrica en Tucumán. “Tenía un dinero ahorrado y pensaba que en la provincia existe toda una materia prima a la que se le puede agregar valor con este producto. Lo convencí, trajimos los equipos y comenzamos con los trámites para iniciar la producción en una planta propia”, expone.
Luego de dos años de trámites, que incluyeron aprobaciones bromatológicas, búsqueda de proveedores y refacciones, la fábrica fue instalada en un predio de Tafí Viejo justo a la par de la finca donde se cosechan los limones eureka que se utilizan para elaborar el limoncello de “Iltico”. La producción arrancó en noviembre del año pasado y hoy ya ronda los 1.000 litros mensuales.
Los horizontes
“Comenzamos de a poco por medio de una asociación con otras empresas. Le puse mi impronta a las botellas, innové con el diseño de las etiquetas y aposté fuerte a las redes sociales”, enumera el abogado. El nombre de la marca -explica- es un homenaje a la localidad chicligastense de Iltico, lugar en el que la familia de su esposa posee otros campos. “Justo es una palabra tucumana que también me sonaba bastante italiana”, compara.
Al día de hoy, la producción de los licores tacifeños emplea a unas seis personas. Silvetti estima que la cosecha de limones “muy buenos” durante abril y mayo darán un nuevo impulso a la marca, cuyas bebidas alcohólicas ya son comercializadas en numerosos puntos de venta del Gran Tucumán. “Estamos vendiendo bien pese a la cuarentena. Hay franquicias de otras provincias que están interesadas en comprarnos. También podríamos exportar pronto a Chile, Paraguay y España”, adelanta el emprendedor.
La “micropyme” de Silvetti, como él la define, ya recibió el sello de distinción “Marca Tucumán” del Instituto de Desarrollo Productivo (IDEP) y accedió a las líneas de crédito que el organismo otorga. El abogado también menciona que su empresa ha contado con el “gran apoyo” del intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera.
Los horizontes de “Iltico” van más allá del limoncello. Según anticipa el productor, los socios de la marca analizan la posibilidad de iniciar dentro de los próximos meses la producción de otros licores a partir de frutos cosechados en Tucumán, como naranjas, mandarinas, arándanos e incluso almendras de Colalao del Valle. “También vamos vía a certificar todo como 100% orgánico”, destaca.
Reconversión veloz
Cada botella del limoncello de “Iltico” utiliza las cáscaras de unos ocho limones. Silvetti indica que las frutas seleccionadas son lavadas, secadas y peladas a mano para conservar sus aceites esenciales. El proceso de elaboración del licor, en total, dura cerca de un mes hasta su envasado. “Es un trabajo muy refinado”, describe.
Para el macerado, una de las etapas fundamentales de la fabricación, la empresa tacifeña utiliza un alcohol de melaza “de triple destilado” que compra a otros productores de la provincia. El emprendedor cuenta que la cuarentena trajo una novedad sobre ese punto: el Instituto Nacional de Vitivinicultura autorizó a su marca a emplear ese etanol en la fabricación de sanitizantes, a los que llamó “Drop”. “Nos reconvertimos para trabajar por turnos y ahora hacemos las dos cosas ahora”, señala entusiasmado.
Salvetti asegura que esa oportunidad le permitió mantener el ritmo de la planta y afrontar los costos fijos. “A pesar de todo lo que ocurre, estamos sorteando la crisis. Podemos salir adelante sin demasiados daños a la economía de la empresa y, además, es con un sanitizante que ahora es de suma utilidad. De hecho, hay empresas que ya nos lo pidieron. Esperamos seguir así”, anhela el productor.