El martes 7 julio se conocerá la sentencia por el crimen de Benjamín Amaya, ocurrido en agosto de 2019. Ese día, se concretarán los alegatos de la defensa, la querella y del fiscal. Y según se supo, los representantes de las partes acusatorias solicitarían la prisión perpetua para Claudio “Cococho” Argañaraz, al considerarlo responsable del homicidio agravado en contra del pequeño de cuatro años.
“Se trata de un caso aberrante y duro desde todos los puntos de vista, más allá de los papeles, de la letra legal. Y para este tipo de delito se prevé la reclusión perpetua. Pero primero hay que tener el convencimiento, válido, sostenido y convincente, de que él ha sido el autor y, en definitiva, obrar en consecuencia”, señaló ayer el fiscal de Cámara, Daniel Marranzino. El funcionario judicial insistió en calificar a este proceso oral de difícil, ya que no hubo testigos presenciales, tomas fotográficas o filmaciones sobre el hecho y el imputado.
En esa línea, César Barrionuevo, representante de la familia de la víctima, aseguró que en su alegato solicitará la pena máxima en contra del enjuiciado, de 38 años. A la vez, dejó abierta la posibilidad de plantear un agravante en la acusación.
Milagros Amaya se quebró en llanto ayer al volver al lugar donde habían hallado el cuerpo de su hijo. Durante la reconstrucción del caso, realizada debajo del puente peatonal de la avenida de Circunvalación, en El Colmenar, observó y recorrió el trayecto que podrían haber hecho el niño y el acusado aquel 8 de agosto del año pasado.
Hasta allí también fueron los integrantes de la Sala II, Gustavo Romagnoli (presidente), Luis Moralez Lesica y Eduardo Romero Lascano, además del fiscal, Argañaraz y su defensor, Pablo Cisneros, y los asesores judiciales, entre otros. En ese escenario, el Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) realizó relevamientos planimétricos, fotográficos y filmaciones para elaborar un informe técnico que será incorporado en la causa, en la próxima audiencia del jueves 2 de julio.
“Se trató de una reconstrucción realizada a pedido de la fiscalía, con base en una testigo que, si bien no fue presencial respecto del hecho, sino inmediata, pudo ver los momentos previos”, señaló Marranzino. Hizo referencia así a María Alderetes, quien hasta el inicio del juicio había sido considerada testigo de identidad reservada y había reconocido al acusado como quien estaba en ese lugar junto con un pequeño, alrededor de las 16.
La mujer señaló que esa tarde había observado dos veces al acusado durante su caminata por un cruce entre las columnas y las estructuras del puente de la ruta. Primero habría visto a Argañaraz únicamente al otro lado del canal. “Después subí y ellos venían del otro lado (por el imputado y un niño). Nos encontramos en la mitad del camino. Luego bajé y miré hacia atrás. Ahí noté que hacían lo mismo, tras pegar la vuelta”, recordó. En ese tramo, Benjamín fue hallado ahorcado.
“La medida fue concreta y oportuna, porque la testigo pudo reconocer el lugar de manera directa y así dilucidar las dudas de su declaración durante el juicio. Alderetes dio certezas y seguridad, al mostrar los momentos previos de la muerte: dejó establecido que la persona que iba con el menor era el acusado”, enfatizó Barrionuevo.
Por su parte, el defensor volvió a cuestionar el relato de la testigo. “La reconstrucción termina demostrando diámetros, situaciones, momentos y tiempos que no cierran a la hora de hacer cálculos en la acusación. Noté a María titubeando, muy nerviosa. Aquí pudimos notar que no había mucha distancia en el momento del cruce, por lo tanto, no me cierra que no haya visto al niño, como lo declaró”, remarcó el letrado.
“Dijo que los había visto a las 16, cuando el menor había estado con la mamá hasta las 16.20, como lo testificaron la madre y el resto de los familiares en las audiencias”, finalizó.