Kimi-Matias Räikkönen nació el 17 de octubre de 1979. Tiene 40 años y hace 20 que corre en la Fórmula 1. Todo comenzó cuando Peter Sauber se sorprendió de su talento y rapidez y decidió ficharlo para el campeonato de 2001 como piloto de su equipo Sauber. Desde aquel entonces el piloto finlandes fue campeón mundial en 2007 con Ferrari, subcampeón en 2003 y 2005 con McLaren, tercero con Lotus en 2008 y 2012 y en 2018 con Ferrari. Hoy se encuentra en Alfa Romeo, donde junto a Antonio Giovinazzi, intentan conseguir algunos puntos para un equipo que no goza de un buen presente en la categoría.

Räikkönen, además de por su larga trayectoria, es conocido en la categoría por ser un personaje único, al cual llaman “Iceman”. El hombre de hielo, al que nada ni nadie, parecen perturbar. Debo confesar que durante mucho tiempo me consideré fan de Kimi. Lo sentía honesto al decir lo que pensaba. Creo que todos nos hemos divertido con sus respuestas y actitudes, pero en el último tiempo eso cambió. Lo que antes me pareció gracioso, ahora me genera algunos conflictos. Un buen ejemplo es ver la relación de Kimi con sus ingenieros a través del team-radio. Es el único piloto que cruza los límites gritándoles o insultándolos a la vista de todo el mundo. Como si sus 20 años en F-1 lo hubiesen convertido en impune.

La semana pasada Kimi subió a sus historias de Instagram una foto dividida con la leyenda: “Evolución de un piloto de Fórmula 1”. De un lado James Hunt, el excéntrico campeón de 1976 fumando y bebiendo, y del otro Lewis Hamilton, el actual campeón con un vestuario marrón a cuadros, medias rosas y un monopatín. No termina ahí, en otra ‘story’ fue contundente: “No se preocupen, no toda la esperanza se ha perdido todavía”, y publicó una imagen en la que se le ve fumando y abrazado a un amigo después de haber tomado unas copas de más en una vieja gala oficial de la FIA, a la que asistió a recoger el trofeo por parte de Ferrari como subcampeón del mundo de Constructores. Lo que resulta increíble es que todo el mundo alrededor de la categoría (plataformas oficiales, prensa especializada y algunos fanáticos) festejaron estas publicaciones de Kimi.

Hunt además de lo que hacía en pista, era conocido por ser un hombre rudo, mujeriego, fumador y bebedor. Alguien distante, alejado de todo y al que no le entraba ninguna bala.

En contraposición, Hamilton es un piloto muy alejado del estereotipo macho/rudo de un campeón de F-1. Una persona sensible, a la que le importa el mundo y lo demuestra en sus comprometidas actitudes a favor de luchas sociales que considera justas. Alguien que ha declarado, que la gran plataforma mundial que dispone por ser hexacampeón de la máxima categoría del automovilismo, tiene que servir para colaborar con un mundo más justo e igualitario.

Hay una gran diferencia entre ambos personajes. Lo que a Kimi Räikkönen parece decepcionar, me resulta profundamente esperanzador. Es fundamental discutir los estereotipos deportivos. Intentar buscar modelos que se muestren al mundo con menos individualismo, que entiendan que destacarse por excesos y malos ejemplos es algo del pasado, que no hay nada más político que un deportista de talla mundial y que el legado al que pueden aspirar, es mucho más que ser recordados por manejar rápido los autos de carrera. Esto es un gran desafío para todo el medioambiente de la Fórmula 1. Que empiecen los debates.