Durante la edición N| 20 del Taller de Híbridos de Maíz, que de manera virtual realizo la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) la semana pasada, los técnicos de la sección Zoología Agrícola expusieron sobre experiencias referidas al manejo de orugas en la espiga.

Su importancia radica en que los daños ocasionados por estas orugas, no solamente impactan de manera directa sobre el rinde del maíz, sino también sobre la calidad de los granos, factor importante en cuanto a la comercialización del cultivo.

Entre las especies se mencionó a la oruga de la espiga (Helicoverpa zea) y a Spodoptera frugiperda. Esta última fue observada con mayor frecuencia en las espigas. Esta situación puede obedecer a las fallas de control de algunos maíces Bt sobre S. frugiperda, salvo aquellos materiales que expresan la proteína Vip3A. Otro elemento que determinó la evaluación de medidas para manejo de orugas en la espiga fue el incremento en la adopción de maíces especiales no transgénicos (maíces Flint), que comúnmente manifiestan estas problemáticas.

Los técnicos consideraron que el monitoreo resulta indispensable a la hora de definir una aplicación. Se recomendó la observación del cultivo en las etapas vegetativas finales para detectar la ocurrencia de larvas de S. frugiperda, que posteriormente pasarán a dañar las espigas. En las etapas reproductivas iniciales (R1 y R2), se debe monitorear las barbas de las espigas para observar la presencia de larvas de S. frugiperda y de posturas y/o pequeñas orugas de Helicoverpa zea.

Al definir una aplicación para el control de orugas en la espiga, es clave el momento. Se lograron mayores controles en la aplicación realizada en R1-R2 (emergencia de los estigmas y cuaje de la ampolla), donde hubo una mayor exposición de la plaga al tratamiento. En aplicaciones efectuadas en R3 (grano lechoso) y R4 (grano pastoso), no hubo controles efectivos de las orugas, por encontrase en el interior de las espigas.

Actualmente contamos con materiales que expresan la proteína Vip3A, con protección contra las orugas en espiga, siendo necesario proteger esta herramienta a partir de la implementación de las buenas prácticas agrícolas, destacándose entre ellas a la adopción de los refugios.