“El momento óptimo para realizar la fertilización nitrogenada en la caña de azúcar está llegando a su fin. Este período, que se extiende desde mediados de octubre a mediados de noviembre -para caña soca-, se relaciona con el ritmo de absorción del nutriente que posee el cultivo, siendo máximo en los primeros meses desde la brotación (pleno macollaje)”, explicó Pablo Fernández González, técnico del programa Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).

El especialista indicó, además, que en ese momento la planta de caña de azúcar absorbe más nutriente del que necesita para su crecimiento y desarrollo, pero tiene la capacidad de almacenarlo, para luego reutilizarlo durante el período de gran crecimiento -de diciembre a marzo-, junto al nitrógeno aportado tras la mineralización de la materia orgánica.

Y precisó que no respetar el momento adecuado para fertilizar, se traduce en menores beneficios en la producción de caña, en retrasos en la maduración y en disminución en la calidad fabril al momento de cosecha.

“Es importante tener en cuenta cuatro los factores que deben de estar contemplados para el éxito de esta importante labor que son: el momento, la fuente, la dosis y el lugar de colocación del fertilizante”, remarcó.

Alternativas

Seguidamente, contó que en la actualidad se encuentran disponibles en el mercado diversas fuentes de fertilizantes nitrogenados que, según la fuente y/o composición, pueden ser aplicados de forma incorporada o en la superficie. Y mencionó algunos ejemplos, de los cuales destacó sus principales características:

• Urea. Posee una elevada concentración de nitrógeno (46%), pero su efectividad no es alta debido a las pérdidas que sufre, principalmente a raíz de su volatilización y lavado. Debe ser incorporada.

• Urea con inhibidor NBPT [N- (n-butil) tiofosfórico ácido triamida]. Su función es la de inhibir la tasa de hidrólisis de Urea en el suelo, lo que reduce las pérdidas de este fertilizante por volatilización. Esto último permite que se dé una entrega controlada del nitrógeno, lo que lo hace más aprovechable por la planta.

• Nitrato de Amonio Calcáreo (CAN). Este fertilizante aporta el nitrógeno al cultivo en forma de nitrato y amonio (formas más rápidamente asimilables por la planta), lo que hace que su uso sea más eficiente.

Fernández González precisó que estas últimas dos alternativas de fertilizantes resultan más eficientes, y se pueden aplicar sobre la superficie del surco y sobre los residuos de cosecha; es decir, no es necesario que sean incorporados al suelo. “Este hecho genera un ahorro económico importante, poque permite el uso de tractores de menor potencia y, por ende, ocasiona un menor consumo de combustible porque, además, ayudaran a mejorar de forma significativa el tiempo operativo de esta labor”, explicó.

Fernández González indicó también que las dosis por hectárea utilizadas en las últimas dos fuentes citadas se equiparán a la dosis de uso comercial de la Urea (250 kg p.c./ha), lo que para el caso del CAN implica una menor dosis de nitrógeno por hectárea, asociado a su mayor eficiencia.

La opción “bio”

El especialista mencionó otra alternativa que complementa las fuentes sintéticas y que reduce el costo de la fertilización nitrogenada. “El uso de un biofertilizante comercial, que ya se encuentra difundido entre los productores y se utiliza, en caña soca, a una dosis de 10 l/ha, complementado una media dosis del fertilizante sintético que se proponga utilizar. Para caña planta, se recomienda aplicar únicamente el biofertilizante a igual dosis que la citada, lo cual permite el remplazo total del fertilizante sintético, con resultados similares y seguros”, detalló el técnico de la Eeaoc.

Por último, el profesional consideró importante destacar que la magnitud de los beneficios que se obtienen mediante la fertilización, dependen, en gran medida, de varios factores. “De la fertilidad del suelo, del nivel productivo, del número de cortes del cañaveral, de las condiciones de drenaje, del empleo de la dosis adecuada, de la aplicación en tiempo y forma y, de manera significativa, de la eficacia en el control de malezas y de la utilización oportuna y eficiente de todas las tecnologías disponibles”, enumeró.