La población mundial se enfrenta a numerosos desafíos, además de los sanitarios con los que tuvo que lidiar durante este año. Entre estos, la pobreza, el aseguramiento en la provisión de alimentos y agua, el cambio climático y la degradación del ambiente.

Para quienes estamos relacionados con la producción de alimentos, de fibra y de energía, el reto implica lograr mayores rendimientos de los cultivos agrícolas y sus industrias derivadas, mediante una mayor eficiencia de los recursos y de los insumos disponibles, con el menor impacto ambiental posible. Debemos ser capaces de compatibilizar las actividades humanas -entre ellas, la producción agropecuaria- con los recursos finitos con que cuenta el planeta.

El suelo es uno de los principales recursos naturales que sostiene la actividad agropecuaria. Su erosión y su degradación ocurre por múltiples factores; entre otros, la desforestación inapropiada, el exceso de labranzas, el cultivo en terrenos con pendientes, dejarlo desprotegido entre cultivos, el monocultivo y la quema de rastrojos.

Debido a ello el suelo necesita ser protegido mediante prácticas de producción y mediante tecnologías de procesos que sean sustentables, de modo tal que las futuras generaciones cuenten al menos con los mismos recursos que se disponen en la actualidad.

Incluso se precisa impulsar fuertemente todas aquellas acciones que tiendan a revertir el daño que ya fue ocasionado. De este modo podremos garantizar la producción alimentaria amenazada ahora por la degradación ambiental y por el cambio climático.

Estos conceptos fueron aportados por el director técnico de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), Daniel Ploper, a nuestra Sección Rural, con motivo de haberse celebrado el sábado de la semana pasada el Día Mundial del Suelo.

Agenda central

En la Eeaoc, los temas referidos al manejo y a la conservación de este recurso forman parte de su agenda central de investigación científica y de desarrollo tecnológico, desde hace varias décadas. Al programa Producción Conservacionista, que se inició durante la década de 1980, le siguieron proyectos específicos sobre el tema, integrados a los programas de investigación de los cultivos de caña de azúcar, de cítricos y de granos.

Se pueden mencionar algunas investigaciones que buscan justamente determinar las herramientas para el manejo sustentable del suelo. En caña de azúcar se están investigando los cultivos de cobertura, para lo cual se han realizado pruebas con vicia, con garbanzo y con rabanito forrajero, sembrados en las trochas de caña soca. Además, un estudio de muchos años comprobó las bondades agrícolas y ambientales de la cosecha de caña en verde, y los beneficios que acarrea dejar los residuos agrícolas de cosecha (RAC) sobre las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, así como sobre el control de malezas en el cultivo. Muchos de estos resultados, al igual que los obtenidos con el uso de biofertilizantes, ya han sido transferidos al medio productivo para así contribuir a la sustentabilidad del principal cultivo de la provincia.

En los cultivos de granos, se están estudiando cuales son los sistemas productivos más sustentables para la zona este de Tucumán, la cual está caracterizada por suelos inestables. Así se está determinando los servicios que prestan al sistema productivo los cultivos invernales de servicio, una vez establecido cuáles son las especies que se adaptan a la zona, así como los mejores momentos y las formas de siembra. Estos cultivos no tienen un valor comercial, pero agregan valor al siguiente cultivo, que es el de principal interés económico.

Su finalidad es contribuir con el aporte de materia orgánica y de nutrientes, disminuir la erosión hídrica y eólica, reducir la población de malezas y, en lo posible, conservar la humedad del suelo. Asimismo favorecen la disminución del uso de agroquímicos.

En otro estudio, se está avaluando el efecto de diferentes sistemas productivos de granos, que incluyen barbechos limpios, cultivos de cosecha invernales y cultivos de cobertura, sobre la sustentabilidad del sistema; en todos los casos, teniendo en cuenta aspectos ambientales -agua y suelo-, sanitarios y económicos. Se evalúan soja y maíz como cultivos de verano; y trigo, garbanzo, vicia villosa (leguminosa) y centeno (gramínea) como cultivos de invierno.

En limonero, se está evaluando un ensayo para determinar el impacto sobre la producción, desarrollo vegetativo, incidencia de enfermedades de suelo y propiedades fisicoquímicas de este, al dejar descansar los suelos y aportar materia orgánica, mediante el barbecho con sorgo.

Continuidad

Todos estos estudios, además de las evaluaciones y determinaciones de campo, conllevan numerosos análisis de suelo, los cuales se llevan a cabo en el laboratorio de la Sección Suelos y Nutrición Vegetal de la Eeaoc. Estos incluyen análisis fisicoquímico de muestras de suelos, caracterización y evaluación de aptitud agrícola, y análisis de aguas, material vegetal, y enmiendas agrícolas y compost.

Este aporte actual de la Eeaoc se suma a los realizados durante décadas pasadas en materia de manejo y conservación de suelo. En conjunto con los resultados de otras investigaciones han posibilitado que los principales cultivos de la región alcancen niveles de producción competitivos. Sin embargo, todavía se deben hacer esfuerzos para que sean cada vez más sustentables y para que favorezcan la conservación del suelo, del agua, de la biodiversidad y de la energía. Es el legado que reclamarán las generaciones venideras.