María llora cuando sus nenes no la ven, parada sobre la platabanda junto al semáforo en el cruce de dos avenidas la capital. La acompañan sus dos hijos, de 3 y 8 años. Está embarazada de ocho meses. Antes de la pandemia, trabajaba vendiendo medias y repasadores en la calle, como ambulante. "Después, con la pandemia, todo se fue a la mierda. Me quedé sin plata, sin mercadería. Me entraron a robar varias veces en mi casa. Ahora me queda pedir en la avenida. Sólo quiero un trabajo para salir de este pozo", cuenta secándose las lágrimas. Su pareja la abandonó cuando supo que estaba embarazada. Vive en el barrio San Martín, detrás de un supermercado de Adolfo de la Vega y Roca.
Cuando se larga a llover, emprenden el regreso a casa, una casilla prefabricada de un ambiente. No es muy lejos del cruce de avenidas donde van todos los días, pero hay que caminar. La base de cemento se está agrietando, así que se va inclinando hacia un costado: se está por caer dentro de poco. Tampoco resguarda de la lluvia: las chapas también se movieron por la falsa escuadra de las paredes y tiene muchas goteras. No tiene baño. Duermen en dos camas. Tiene apenas un anafe eléctrico para salir de paso. Cuando cobró dos cuotas del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el subsidio de la Nación por el impacto económico de la pandemia, compró mercadería y una garrafa. Además tenía un poco de dinero ahorrado para continuar con la venta ambulante. Le entraron a robar tantas veces que se quedó sin garrafa ni dinero. "Siento que estoy en un pozo, cada vez que intento hacer algo me sale todo peor. Estoy a término y no puedo ir a la Maternidad a hacerme los controles porque cuando aparezco me dicen que no puedo entrar con los chicos. Pero qué puedo hacer ¿dónde los dejo? ¿quién me los cuida?", solloza. Mientras cuenta su tristeza, sus nenes corretean y juegan. Imaginan que corren huyendo de unos zombies, se ríen a carcajadas. Cuando los ve reír, María tiene una tregua, les celebra la inocencia de niños, los besa y ellos siguen jugando divertidos. Son fanáticos del Hombre Araña, aunque ellos dicen que es "Spider-Man": tienen juguetes, ropa y hasta barbijos del super-héroe de la cadena Marvel que puede irse a cualquier lado tirando redes y trasladándose sobre toda la ciudad. La risa se escucha hacia la calle, que va y viene siguiendo un canal lleno de basura, yuyos y algunos electrodomésticos rotos, sin motor, tirados cada tanto.
El caso de María (se preserva su identidad por la situación de vulneración de derechos en la que se encuentra) y sus hijos, forma parte del incremento de la pobreza en Argentina por el agravamiento de la crisis económica a raíz de la pandemia de covid-19. Es una madre soltera desocupada, por lo que María también forma parte del fenómeno de "feminización de la pobreza".
El análisis de ingresos del Indec, que traza como parámetros de condición social el acceso a una canasta básica de alimentos, indica que en el primer semestre de 2020, del total de 31 aglomerados urbanos registrados, el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza alcanzó el 30,4%; en estos residen el 40,9% de las personas, en el promedio nacional. Dentro de este conjunto se distingue un 8,1% de hogares por debajo de la línea de indigencia, que incluyen al 10,5% de las personas. En Tucumán, en el aglomerado Gran Tucumán-Tafí Viejo, la pobreza supera el promedio nacional: alcanza el 31,2% de los hogares y el 41,5% de las personas. En números, en el universo considerado viven 899.154 personas. María forma parte de las 372.794 personas bajo la línea de la pobreza: no pudieron acceder a la Canasta Básica Total, que fue fijada en el primer semestre de 2020 los $ 43.785. Actualizada a marzo de este año, la Canasta Básica Total para un hogar con dos adultos y dos niños aumentó: un grupo familiar necesitó contar con ingresos por $57.997 para no caer debajo de la línea de la pobreza.
Cuando se observan los datos del mercado de trabajo, en el tercer trimestre del año pasado, la tasa de empleo fue del 37,4% con una brecha de género de 20 puntos en el caso de las personas mayores a 29 años: llegó a 85,6% y 61,8%, entre varones y mujeres respectivamente, de acuerdo a un informe publicado con datos del Indec por el sitio Ámbito.com. En cuanto a la tasa de desempleo, los datos oficiales a nivel nacional arrojan una tasa de 13,1% para las mujeres y de 10,6% para los varones. La tasa de desempleo más preocupante es en las mujeres jóvenes de 14 a 29 años, con un porcentaje de desocupación de 23%. María cumplirá 28 los primeros días de abril.
Si se mide la pobreza de manera multidimensional, por el acceso a bienes y servicios básicos, el 47% de la población del país, unas 21 millones de personas es pobre debido a que vive de manera precaria, hacinadas, sin trabajo y con problemas para el acceso a derechos, como salud o educación. Ahí también está el caso de la familia de María. Los datos son del primer semestre de 2020, del Sistema de Información, Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales (SIEMPRO) un organismo que depende de la Presidencia de la Nación. El reporte citado se encarga de la medición de Pobreza Multidimensional, que complementa la medición tradicional de pobreza por ingresos del Indec.
¿Por qué se habla de feminización de la pobreza? Porque las personas más afectadas por la pobreza y la desocupación son mujeres. Por la sobre-representación femenina en los grupos de menores ingresos. En cambio, a medida que aumenta el ingreso de las personas más hombres participan de las riquezas. Así lo explica la economista Candelaria Botto, coordinadora de la organización Economía Feminista. El fenómeno se da en todo el mundo. El caso de María también forma parte de este fenómeno.
Ayuda
María está preocupada porque sus chicos puedan ir a la escuela y que su bebé nazca sano. "El mayor está yendo a una escuela de acá cerca, me falta pagar unos $ 500 que no me acuerdo si era seguro o cooperadora. Me daba vergüenza que vaya sin zapatillas, sin delantal. Pero pude comprar todo y también hay gente que me ayudó. Sé que puede ir sin delantal, pero quería que tenga todo como los demás compañeritos. El más chico tiene que empezar el jardín de infantes, ya me explicaron en la escuela que tiene el asiento pero tengo que pagar la inscripción", narra María.
Ella se vuelve a largar a llorar. "Siento que estoy en un pozo y que todo lo que hago sale mal. Ahora está por nacer mi bebé. No me dijeron el sexo, pero yo siento que será varón. Ya elegí su nombre. Me duele que no tenga comprado nada, ni pañales, ni ropita ni cosas para el bebé. Los amo a mis hijos, lo amo al bebé pero yo me imaginaba otra cosa, tener otro hijo en mejores condiciones. A finales del año pasado hacía mucho calor, tenía otras prioridades pero hacía mucho calor y no quería que sufran mis chicos, así que compré una pelopincho, una pileta de lona chiquita. El seis de enero me dolió porque fue Reyes (Magos), y no sólo no tenía sino que faltaba: alguien robó la pileta", se tapa la cara, como intentando contener las lágrimas. En la mano derecha tiene dibujado un corazón con lapicera azul y la palabra "corazón" con letra de carta. Dice que se lo dibujó ella. Detrás de ella, en la pared, hay una imagen religiosa. Abajo, un papel pegado con el número de teléfono de su hermana Ana (381-6492790).
Cobra la Asignación Universal por Hijo por sus dos nenes y también la Tarjeta Alimentar. Con eso, más lo que saca en la avenida, se mantiene día a día. No alcanza, pero si no sería aún más duro. Le debe alrededor de $ 6.000 a un almacén. Esa deuda va regulando con el cobro del programa de Nación Argentina contra el Hambre. Hace meses, cuenta, que no le llega la boleta de la luz. Espera que no se le sume otro problema, porque autorizaron nuevos aumentos en el servicio.
"No me hago la víctima, sólo quiero un trabajo para poder arreglar la casa, que no se me caiga. Quiero estar bien, que mis hijos estén bien. Una habitación con paredes de ladrillo y que no se llueva, eso necesito. Hace cuatro años que estoy acá y no tengo sillas ni mesa. El baño está sin hacer. Es como si nunca se terminara (lo que me falta)", continúa. María cuenta que tiene otra hija, que ahora tiene seis años. Tras una situación crítica, se peleó con una pareja anterior. Cuenta que la hizo firmar un papel y se quedó con la tenencia de la nena. "Sé que vive con la hermana de él, y me duele pero sé que ahí está bien y que no tiene que estar en la calle, como me tocó a mí estar en la calle de chica", agrega. "Sólo quiero un trabajo para estar bien. Tengo hasta noveno grado, después dejé porque me deprimí, empecé a trabajar. Pero aprendo rápido y quiero más que nada estar mejor".