Paolo Marcos Puntano tiene 38 años, trabaja como recuperador urbano, actividad conocida todavía como cartoneo. Todos los días a las seis de la mañana sale de su casa ubicada en la calle Martín Berho al 1.800, en Villa 9 de Julio, y se dirige al microcentro.
Camina a paso firme tirando de su carro de madera. Recorre las calles buscando los materiales que necesita para vender y su ruta atraviesa barrio Norte hasta la plaza Independencia y parte de barrio Sur. Al mediodía regresa a su casa, descarga lo que consiguió y almuerza. Dos horas después, a las 14 horas, sale de nuevo en las calles hasta la medianoche. Jornada a jornada, incluso sábados y domingos, Puntano repite esta rutina que le demanda entre 14 y 16 horas de trabajo, recorriendo más de 20 kilómetros diarios.
Poca recompensa
“Agradezco tener este trabajo, pero es un trabajo duro”, reconoce. “Estamos muchas horas para ganar aproximadamente 1.000 pesos; en los días buenos sacamos 2.000. Antes trabajaba en la construcción y los fines de semana cobraba y podía descansar con mi esposa y mis siete hijos. Cada vez es más difícil porque muchos, como yo, también perdieron su trabajo y cada vez somos más. Pero agradezco tener este trabajo”, afirma con seguridad.
El hombre es uno de los 10.000 recuperadores urbanos que trabajan en el área metropolitana de San Miguel de Tucumán, según un número aproximado proporcionado por la cooperativa de recuperadores urbanos Aquí Nadie se Rinde (Anseri). “Todos los días vemos que se suma un nuevo compañero que perdió su empleo anterior y tiene que recurrir al cartoneo”, afirma Nélida Anastacio, creadora de Anseri. “Esto ya venía sucediendo pero se profundizó con la pandemia. Hoy el número de recuperadores se duplicó”.
En el barrio de Puntano esta es una realidad que se repite entre los vecinos. Es el caso de Walter Rubén, que trabajó los últimos siete años como albañil y actualmente se sumó a la actividad de recuperador de residuos, o de Hugo Albarracín, de 64 años, que trabajó toda su vida cargando arena pero asegura que hoy, solo ese trabajo no basta: “Desde de los 12 años trabajo en el río zarandeando y cargando arena desde las cinco de la mañana hasta la una del mediodía”, cuenta Albarracín. “Desde el año pasado, a pesar de mi edad, debo salir a la tarde a buscar cartón porque la plata ya no alcanza”, explica.
Según Anseri, el cierre de comercios, la baja en el consumo a causa de las restricciones y la crisis económica también afectaron al sector: “Si bien en el contexto actual los hogares particulares producen más residuos, los comercios los producen cada vez menos y el balance termina siendo negativo porque allí está el fuerte de la actividad y además los vecinos no separan los materiales”, detalla Anastacio.
En la peatonal Muñecas, rodeada de cartones, Marina junto a su hija ensamblan hábilmente los materiales para que quepan en su carro: “Antes veníamos con dos carritos y hacíamos tres viajes. Ahora venimos con uno solo y lo llevamos apenas cargado”, cuenta.
A concientizar
María Celeste Vales, coordinadora de Políticas Ambientales de la Capital, explicó que la Municipalidad está trabajando en conjunto con las organizaciones para jerarquizar este trabajo: “debemos concientizar a los vecinos para que colaboren separando aquellos residuos que tengan un valor económico para ese recuperador”, explica Vales. “Separar los residuos orgánicos de los residuos secos: papel, cartón, botellas plásticas, vidrio, telgopor y, aluminio. Así facilitamos su trabajo y estamos valorizando el recurso que ellos recuperan, porque no es lo mismo que el material seco contaminado con residuo húmedo”.
El día de la entrevista Marcos Puntano no fue a trabajar porque llovía y eso lo inquieta: “un día sin salir es un día sin comer”, revela. “Espero que volvamos a estar como antes (de la pandemia). Antes estábamos mejor”, dice preocupado.