La despedida de Lionel Messi de Barcelona estuvo plagada de lágrimas. Todo comenzó con las suyas en el discurso de despedida que ensayó en el Camp Nou. Siguió con las de los espectadores presenciales en esa conferencia (familiares, dirigentes, compañeros y hasta periodistas) y continuó con las nuestras mirándolo en la televisión desde acá. ¿Por qué fue tan dramático para nosotros? Después de todo, Messi sigue siendo nuestro, simplemente cambia de club. La pregunta tiene dos rápidas respuestas: una es que no importa por qué llore, el sufrimiento de alguien que queremos siempre será el nuestro. La otra respuesta tiene que ver con el sentido de pertenencia. Ese que llevó a Messi a estar 21 años en ese club y que nos terminó haciendo hinchas por accesoriedad. El fin de una era. Una era con todo el peso de sus tres letras se termina y nos obliga a reflexionar.
La idea de haber acompañado a Messi durante gran parte de su vida en Barcelona tiene algo de romanticismo. Entregarse a un club que no tiene nada que ver con nuestras raíces, ayudados por nuestro ídolo y festejar sus triunfos como propios. Algo similar a lo que pasó con Diego Maradona y Nápoli en los ‘80. Claro, el poder económico de Barcelona es muy superior al que ostentaba Nápoli en ese momento. O al menos hasta hace poco: justamente Messi no puede quedarse en su club de toda la vida por la imposibilidad que tiene este de pagarle el sueldo.
Ninguno de esos problemas tiene Paris Saint Germain. Presidido por el jeque catarí Nasser Al-Khelaifi, el club francés tiene el poderío económico para contratar a Messi, Neymar, Sergio Ramos, Ángel di María y Gianluigi Donnarumma, entre otros.
Las preguntas ahora son las siguientes ¿ahora seremos fanáticos del PSG? ¿Cambiaremos de club europeo así de fácil? ¿Qué hay de nuestro sentido de pertenencia local?
Las primeras dos preguntas ya casi se contestaron. Tras la llegada de Messi, la cuenta de Instagram del principal club parisino sumó cinco millones de nuevos seguidores, en gran parte argentinos. Y seguirá sumando.
La nueva camiseta de “Leo” con el 30 en la espalda es otro indicio. Los pedidos a la página web del club francés y su venta en los locales de nuestro país hicieron que se agote a pesar de que no son baratas. En nuestra provincia, ya se puede verlas colgar de varias tiendas no oficiales. Una réplica exacta y más accesible de las camisetas tradicionales y alternativa del PSG con el 30 en la espalda.
La tercera y última de las preguntas que nos hicimos es la más difícil de contestar. Mientras en los últimos 15 años, los chicos pedían solo por la camiseta de Barcelona, ahora harán lo mismo con la del PSG. Atlético, San Martín y cualquier otro club tucumano siguen siendo nuestros clubes, pero la “desesperación” por sus camisetas no es la misma. Claro, ninguno de ellos puede traer a Messi, pero los dos tienen algo para los tucumanos que ni los españoles ni los franceses tienen: sus canchas a la vuelta de la esquina. Aún en tiempos de pandemia (quizás con el doble de esfuerzo) es momento de afianzar el sentido de pertenencia con los clubes tucumanos para los más chicos. Nadie habla de negarles la ilusión de ser como Messi en Europa, pero importante reafirmar también las raíces locales. Que convivan ambas pasiones. Que los equipos tucumanos provoquen lo mismo que Barcelona le provocó a Messi.