Diciembre es el mes de las Fiestas, las promesas a futuro, los reencuentros... y el estrés de tener que reunir a mucha gente con horarios y vidas disímiles en un mismo espacio físico.
Cada hogar celebra a su manera, pero si querés cambiar esta rutina anual por una apuesta más refinada, te compartimos algunas recomendaciones para hacerlo posible y organizar mejor los convites de Navidad o Año Nuevo.
En busca de aprovechar las ofertas comerciales muchas veces solemos cargar en el carrito productos navideños sin pensarlo demasiado. Antes de comprar cualquier alimento es preferible armar una lista definitiva de quienes serán nuestros invitados.
A partir de ahí hay que tener en claro: ¿qué quiero presentar en la mesa?, ¿cómo deseo que sea el ambiente? y ¿de cuántos pasos constará la cena o el almuerzo? El menú siempre debe armarse contemplando la cantidad de comensales, sus edades y la restricción de ciertas comidas o bebidas (por ejemplo, por dietas, embarazadas o intolerancias alimenticias).
“Un cálculo estimado es que una persona consume más o menos medio kilo de comida. Y de haber entradas con canapés o bocaditos, cada invitado come entre cinco y ocho de estos aperitivos”, comenta Francisco Caligiuri, coordinador de la licenciatura en Ceremonial, protocolo y organización de eventos de la Universidad San Pablo T.
Vajilla
Lo ideal es que la mesa esté armada con todos los elementos que necesitaremos a lo largo de la noche (desde los utensilios para probar los aperitivos hasta la copa del brindis). Además de brindar una mayor formalidad, esto evitará las idas y vueltas a la cocina para cambiar de vajilla y pasarla por diversas manos.
“El protocolo enseña que los cubiertos van de ambos lados del plato. A la derecha se ubican los cuchillos (con el filo mirando hacia el interior) y a la izquierda los tenedores. En las mesas formales o restaurantes gourmet, muchos se marean al ver tantos cubiertos y desconocen cuál utilizar primero. El orden siempre va de afuera hacia dentro y la cantidad varía según los platos”, explica.
De igual manera, las copas poseen un propósito específico. “La más grande es empleada para el agua, mientras que el vino tinto se sirve en otra grande con la base del cuerpo redondeada. El vino blanco va en una copa más chica (en forma de tulipa y de tallo largo) y el champagne o sidra en una aflautada”, agrega el docente.
Bebidas
Por comodidad, las botellas o jarras de bebidas van en la mesa central. Sin embargo, de tener demasiadas cosas podemos pensar en una pequeña área aparte para localizarlas.
“Estimar cuánto líquido tomarán los invitados es complejo por la variedad de opciones con o sin alcohol que hay y el calor. Para hacernos una idea, en los eventos empresariales se calcula alrededor de medio litro por invitado. Durante el brindis hay que pensar en unos 200 cc (dos copas) de espumante por persona”, sugiere.
Postres
En lo referido a la mesa dulce, se sugiere colocar las alternativas de turrones, budines, golosinas y postres elaborados en un rincón aparte. El resultado es una sensación de mayor movilidad en el espacio al evitar permanecer estáticos en una sola mesa central.
También resulta preferible cortar los productos en trozos y servirlos en diversas cazuelas o platos para incrementar la variedad de colores, sabores y texturas. Si hay niños presentes este es el instante adecuado para sumar detalles creativos y ofrecerles algo de diversión en la decoración o armado temático.
Debido a la pandemia, en vez de tortas gigantes, es mejor recurrir a las monoporciones. Es decir, postres individuales que no requieran cortarse, como vasitos con mousse, cremas, ensaladas de frutas u opciones clásicas (lemon pie, cheesecake, red velvet, brownie) en miniatura.
“Aunque ahora exista a nivel sanitario una mayor amplitud aún tenemos que prestarle atención a ciertas cuestiones. Las porciones únicas y ya presentadas son útiles para ubicar a los comensales y agilizar la elección. Tampoco hay que disponer todas las unidades de golpe, sino traer más del postre a medida que el plato expuesto se vacíe”, explica el licenciado en relaciones publicas y publicidad.
Ubicación
Para conseguir algo de orden, un tip es emplear alguno de los métodos de colocación de invitados que rigen en las mesas formales. En el sistema de precedencia inglés, la pareja dueña de casa se coloca en las dos cabeceras de la mesa. En cambio, en el sistema francés, los anfitriones van sentados en el centro y enfrentados.
“Se aconseja que las personas de mayor edad estén sentados a la derecha de los anfitriones o por cortesía (por ejemplo, al ser nuestro padre o abuelo y haber presidido durante décadas la mesa) se les ceda la cabecera. Asignar asientos nos permite anticiparnos a situaciones ríspidas entre quienes no tienen feeling, se relacionan poco o tienden a enojarse y pelear”, detalla.
Acá nuestro aliado (bastante recurrente desde los inicios de la pandemia) para evitar pataletas son los carteles indicadores de sitio. En los bazares tucumanos hay etiquetas ornamentadas que van desde $ 500 a $ 800 (15 unidades) e identificadores de copas que van desde $ 400 a $ 2.000 (en metal o cerámica).
Otra recomendación para arrancar la velada con el pie derecho es disponer de una habitación o área para ubicar la ropa de los invitados sin amontonar los objetos o generar un caos de camperas, bolsos y complementos. “En las recepciones las carteras de las mujeres no deben ser grandes y se colocan entre el respaldo de la silla y la espalda”, acota.
En el ámbito decorativo estamos a tiempo de omitir los manteles con caritas y figuras de pinos o santas. “Sumamos distinción al pensar en conceptos como manteles blancos, con tonos dorados, en verde oscuro o rojo vivo. Las servilletas irían en las mismas tonalidades o con un contraste marcado”, destaca. Y atención porque jamás se posicionan dentro de las copas. Para las cenas informales, vale seleccionar un servilletero o -con un toque chic- anillos.
Entre las sugerencias económicas para renovar la estética aparecen los individuales y platos de sitio de papel. Los patrones van desde diseños sutiles a flores grandes o pinturas abstractas navideñas. En los bazares rondan entre $ 800 y $ 1.200 según el material.