La reapertura de las escuelas y colegios representa una de las decisiones más complejas que debe tomar cualquier sociedad en tiempos de pandemia. Los niños y los adolescentes han sido, junto con los mayores de 70 años, los grupos etarios que más restricciones padecieron, ya que su protección contra el coronavirus fue la máxima prioridad para cualquier Estado. Por eso, el regreso a las aulas este miércoles representa una buena noticia que, para sostenerse en el tiempo, requerirá del compromiso de todos.
Luego de dos períodos lectivos irregulares, con virtualidad plena y semipresencialidad, resulta comprensible que muchos hogares se hayan adaptado a nuevas dinámicas. Esa puede ser una de las razones por las que en muchas familias hoy aún hay temores respecto del futuro inmediato. Sin embargo, resulta evidente que los niños y adolescentes necesitan volver a las aulas de manera presencial no solo para un mejor aprovechamiento de los conocimientos, sino también porque requieren interactuar con sus pares.
Esta cuestión viene siendo advertida por la asociación civil Padres Organizados. “En la pandemia, con el cierre prolongado de las escuelas y la falencia que tuvo la educación virtual, a los adolescentes les dimos el mensaje de que estudiar es prescindible”, afirmó Lucila King. Por eso, dijo, el gran desafío ahora es motivar a los chicos y erradicar ese mensaje de que la escuela ya no es un lugar seguro.
De hecho, la enseñanza demostró a lo largo de estos dos años de pandemia ser un entorno disciplinado y seguro, en el que sobresalían el cumplimiento y el respeto por los protocolos sanitarios. Además, carece de sentido postergar la vuelta a las aulas cuando se mantienen abiertas numerosas vías de contagio en rubros como el ocio y el deporte.
Lógicamente, mientras la pandemia continúe el riesgo de contagio también existirá. Para evitar temores entre miembros de la comunidad educativa, será fundamental que las autoridades garanticen los recursos necesarios para que se cumplan las medidas de protección. Y, aunque no se exija pase sanitario, será vital que se profundice la campaña de vacunación en esta franja.
En Tucumán hay números alentadores. El ciclo lectivo comenzará con casi un 90% de chicos de 12 a 17 años con una dosis de la vacuna y con un 73% ya con el esquema completo. En la franja que va de los tres a los 11 años, el 75% recibió la primera dosis, mientras que el 52,3% obtuvo la segunda aplicación.
Aunque ya se ha repetido, vale recordar en este momento de dudas en los hogares que los niños son grandes transmisores de la covid, pero que en caso de contagio difícilmente sufran formas graves de enfermedad. Por eso, es mayor el beneficio de abrir las escuelas que mantenerlas cerradas. Está comprobado que la suspensión de las clases presenciales tuvo consecuencias directas sobre la calidad de la educación, la salud mental de los niños y adolescentes y la comunión familiar. Además de haber estirado aún más la desigualdad entre los sectores de la sociedad que pudieron adaptarse a la educación virtual por conectividad y recursos tecnológicos y aquellos que no pudieron hacerlo.
La brecha digital dejó secuelas graves. En Tucumán, alrededor de 25.000 niños de hogares pobres abandonaron la escuela y perdieron hasta el suplemento nutricional que allí recibían. Traerlos nuevamente a las aulas debería ser uno de los principales objetivos de las actuales autoridades. Si algo se aprendió tras el confinamiento es que, en caso de evolución de la pandemia, las escuelas deberían ser las últimas en cerrar.