Las penurias que refieren padres y docentes acerca de la manera en la que se está enseñando en las escuelas del sur tucumano debería ser una señal de alarma ya no sólo para las autoridades del Ministerio de Educación, sino para toda la dirigencia política de la provincia. Admitir que en pleno siglo XXI los niños deben soportar gélidas temperaturas dentro del aula escolar, a la que concurren para prepararse para un futuro mejor, es aceptar que hay errores que se están cometiendo y que deben ser subsanados de manera urgente con todas las herramientas que puede brindar el Estado.
Se ha hablado ya en este espacio de la necesaria intervención de los organismos provinciales contra el vandalismo que no sólo se ensaña con lugares públicos sino, tal como denunciaron los educadores, es un flagelo contra el que deben luchar a diario. Abrir un establecimiento durante la mañana y encontrar que ha sido atacado por delincuentes y que esta historia sea repetida debería llamar en forma urgente a quienes deben tomar las decisiones y trabajar para lograr una solución.
Padres y docentes de las escuelas afectadas sugirieron la vuelta de la vieja figura del sereno para que al menos ante la presencia de una o más personas en la escuela los vándalos no puedan desplegar sus ataques. Mecanismos legales y de seguro frenan aún estas designaciones pero al menos sería un paliativo para tratar de evitar que el esfuerzo que muchas veces hace la comunidad educativa se vea afectado semanalmente. Las mismas quejas apuntan a un entretejido burocrático en el que se pierden cada una de las denuncias que se plantean y sus formas de tratar de resolverlas. Las autoridades policiales advirtieron que se hacen recorridos diarios por los establecimientos, pero que los delincuentes aprovechan el momento en que se retiran para perpetrar los ataques. La situación, tal como se consignó en la edición del domingo, llegó a tal punto que los mismos maestros y padres debieron realizar rifas para colocar cámaras de seguridad, sensores y alarmas en la escuela de Alto Verde y evitar de esta manera que les robaran lo poco que les quedaba.
Pero el máximo problema, en una provincia con pocos meses de frío, pero que se hace sentir con crudeza durante varias semanas, son las condiciones de calefacción. Para peor, como siempre, afecta a las escuelas de zonas rurales donde los chicos concurren, tal como advierte la crónica, luego de haber caminado durante kilómetros, o desandado senderos a lomo de mula o de caballo, ateridos por las bajas temperaturas y con la expectativa de poder tomar algo caliente en las mismas aulas. Que dentro de los establecimiento sigan sufriendo las inclemencias del tiempo habla a las claras de que el presupuesto está siendo mal repartido o bien de que se ejecuta con demoras. Para peor, como advierten los especialistas, las demandas en los centros sanitarios por casos de infecciones respiratorias es cada vez mayor.
Se celebra que Tucumán pueda ser sede de un congreso de Educación tan importante como el que se está llevando a cabo, y que las pruebas Aprender hayan mostrado que, el menos en matemáticas, los alumnos de nuestra provincia no retrocedieron tanto como el resto del país. Pero la infraestructura para que los alumnos se desarrollen debe ser acorde con lo que se pretende de ellos en un futuro. Y si ya desde los primeros grados sufren las bajas temperaturas será difícil crear un ambiente adecuado para estimularnos y que se conviertan en personas más preparadas para el futuro.