La arenga de Juan Grabois anunciando el miércoles “sangre en las calles” y el descontrol de los mercados en los días subsiguientes, plantean que la Argentina puede encontrarse a las puertas de una nueva crisis. El 10 de diciembre de 2023 se cumplirán 40 años desde el restablecimiento de la democracia. Será el período más largo de vigencia de la ley de voto universal, secreto y obligatorio. Esto da un marco para el análisis de la política contemporánea, en el tránsito de fines del siglo XX y las primeras décadas del XXI.
En este periodo han tenido lugar dos crisis políticas, económicas y sociales de envergadura histórica: la hiperinflación de 1989 y el default de 2001. Ellas permiten un modelo de análisis del que surgen tres variables. En lo político, el adelantamiento de la renuncia presidencial. En lo económico, el descontrol de las variables. Y en lo social, la pérdida del control de la calle por parte del Estado. La historia no sirve para prever el futuro. Si así fuera, nunca habría cambios: bastaría mirar lo que pasó para saber lo que va a suceder. Pero sí es un antecedente que permite significar y dimensionar procesos y situaciones, y ello para advertir riesgos y tomar las decisiones adecuadas para resolverlos. Puesto en este marco, la Argentina de 2022 muestra:
El interrogante cotidiano: ¿qué va a pasar con la Argentina?• En lo político, un poder frágil. Las últimas semanas, el Gobierno se ha visto obligado a desmentir la posibilidad de la renuncia de Alberto Fernández, que por otro lado ha tomado estado público desde el mismo entorno presidencial. Eso sucede al mismo tiempo que una fuerte pugna política con su vice Cristina Kirchner crea una situación de fuerte tensión que complica y dificulta la gobernabilidad.
• En lo económico, se registra la mayor tasa de inflación en tres décadas. Puede decirse que algo similar está sucediendo a nivel global. La diferencia es que en Argentina se multiplica por 8 o 10 veces lo que sucede en el mundo. Un riesgo país que bate récords y que hoy supera al de Ucrania y Sri Lanka. La primera protagoniza la crisis de seguridad mundial más grave desde la Segunda Guerra Mundial, y la segunda vive una crisis política anárquica precipitada por consecuencias económicas derivadas del conflicto ucraniano.
• En lo social, el nivel de pobreza supera el que existía previamente a las dos crisis mencionadas. El país ha tenido retrocesos graves en temas como la educación y la seguridad. La conflictividad social en las calles, con eje en los movimientos sociales, se incrementa y los sindicatos están en alerta. Pero la protesta de la clase media opositora a través de los “banderazos” y la movilización del campo que se da al mismo tiempo, muestra la existencia de una sociedad “enojada”.
Inflación en Argentina: Con canastas más caras, se prevé una suba de la pobrezaPero es la interacción entre las tres variables lo que hace la situación más compleja e incrementa los riesgos. Un desequilibrio en una de las tres se proyecta y enlaza con las otras dos. En este marco, nadie puede decir hoy en la Argentina “cómo no me di cuenta antes”. Tanto la historia como la experiencia muestran que el país enfrenta riesgos que requieren una acción decidida y concertada. No es lo que parece darse en este momento y ello debería generar una reacción.
Quizás recordar los valores que representa José de San Martín para los argentinos al cumplirse el próximo 27 de julio el bicentenario de la entrevista de Guayaquil, en la que sacrifica ambiciones e intereses en aras del bien común, pueda ser un punto de inspiración.
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