Un tema que se reabre de manera recurrente es conocer y entender cómo se usa en el fútbol el VAR (sigla del inglés Video Assistant Referee; en castellano, Árbitro Asistente de Video). Los excesos que en ello se generan encienden polémicas sin fin. Resulta insólito que eso suceda, porque en principio la tecnología llegó para solucionar aquellas situaciones que por su naturaleza no resultan tan claras como para ser resueltas en el momento y que devienen del propio juego. Pero es evidente que lo que genera esta ayuda técnica no está siendo aprovechado bajo un concepto único. Y que las subjetividades humanas aparecen una y otra vez.
A esta altura del uso del VAR, el fútbol parece ser el único deporte que pone en tela de juicio la utilización de la tecnología. Dicho de alguna manera, parece que hace difícil lo que debe ser simple e inapelable.
Los tucumanos, fundamentalmente los seguidores de Atlético y el entorno del club, sufrieron recientemente en carne propia los desatinos del sistema. En el cierre del partido por la fecha 16 de la Liga Profesional de Fútbol el jugador de Boca, Carlos Zambrano, fue a disputar una pelota en el área con el codo en alto e impactó en la cara de Ignacio Maestro Puch. Pero ni el árbitro Fernando Espinoza, ni el VAR, entendieron que era penal. Incluso después del partido, con la elocuencia de las imágenes y las repeticiones, el juez insistió en que su decisión había sido acertada. “Interpretamos lo mismo con el VAR. Luego de ver la jugada, sigo convencido. Si sacamos la foto, es tarjeta roja para el jugador. Pero hay que ver el movimiento general y ahí no hay penal”, aseguró. Las polémicas se extendieron a lo largo de la semana, con análisis de todo tipo, declaraciones altisonantes y un telón de fondo que deja una imagen más gris para el más popular de los deportes.
Existe consenso en que, en todos los deportes en los que se introdujo la tecnología de revisión de situaciones de juego, fue para mejor. Y que en el fútbol hay una diferencia: lo piden los árbitros que lo miran por una pantalla instalada a la vera del campo de juego o el equipo que sigue las alternativas en una sala. En el resto de los deportes, o lo pide el entrenador, o lo solicita el jugador. La FIFA sigue con atención el tema. La misión es modernizar el deporte. Y en ese sentido se estuvo trabajando en optimizar la tecnología. De hecho, el videoarbitraje del Mundial de Qatar llegará con novedades, bajo el nombre de Tecnología Semiautomática del Fuera de Juego (SAOT). Se trata de inteligencia artificial aplicada al fútbol. La SAOT ya está en uso en partidos de la Champions League. Asoma como una revolución, una nueva era en aquello de la verificación de situaciones polémicas de juego. Pero así como se trata de un adelanto necesario, también vale entender que ponerlo en práctica es esta parte del mundo requerirá de tiempo, de inversión y, sobre todo, de capacitación. El VAR tal cual se lo conoce “apenas” es posible hoy en los partidos de la Liga Profesional o en alguna competencia internacional. Ni los torneos de ascenso, ni mucho menos los regionales o provinciales tienen acceso a él. La realidad es esa y marca con contundencia lo que falta por recorrer para hacer un poco más justo un deporte que está ante los ojos de todos.