Alrededor de un 31 % de los alimentos que se producen en todo el mundo nunca llega a la mesa porque se pierde entre las cosechas, en la venta al por menor o se desperdicia. Lamentablemente, 828 millones de personas pasan hambre y casi 3.100 millones no pueden permitirse una dieta saludable. Naciones Unidas ha aportado estos espeluznantes datos con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, que se celebró por tercera vez el jueves último (29 de septiembre) tras estrenarse en 2020.

Puntualmente, los datos de la ONU indican que cerca de un 14 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma que un 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia (un 11 % en los hogares, un 5 % en los servicios de comidas y un 2 % en el comercio al por menor).

"Estamos asistiendo a un círculo vicioso que debe romperse", ha explicado Eloísa Molina, tras la presentación del organismo internacional. "Los gases de efecto invernadero se generan en cada paso del sistema de suministro de alimentos, independientemente de que los alimentos producidos se consuman. Además, los residuos de alimentos que se pudren en los vertederos generan metano", se le oyó añadir.

El metano es uno de los gases de efecto invernadero más intensos. Está formado por cuatro átomos de hidrógeno y uno de carbono. Y retiene hasta 28 veces más radiación solar que el carbono en un lapso de 100 años. Afortunadamente, su concentración es decenas de veces menor y su vida media en la atmósfera llega a nueve años, frente a los 200 años que puede permanecer el CO2. 

Su reducción tendría un efecto significativo en el calentamiento climático. El problema es que la ciencia aún no posee suficiente información sobre sus fuentes. Sucede que este gas se produce tanto en la alimentación y al quemar combustibles fósiles como de manera natural, por la acción de volcanes y filtraciones.

"Cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción -como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital- se desaprovechan", añadió la vocera.

La Agenda 2030 propone reducir a la mitad entre 2015 y 2030 el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.

Para Naciones Unidas, en un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre ha aumentado lentamente desde 2014, y en el que cada día se pierden o desperdician toneladas y toneladas de alimentos, es fundamental cambiar esta realidad.

Recientemente, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha anunciado que la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) marcó un nuevo y triste récord.

Estos gases siempre han estado presentes en la atmósfera. Impiden que parte del calor que desprende la Tierra tras ser calentada por el Sol se pierda en el espacio. Gracias a ellos, el planeta tiene una temperatura agradable y habitable. Pero el equilibrio que ha existido durante miles de años se ha roto y la OMM, un ente dependiente de la Naciones Unidas, tiene clara la solución: el empleo por parte del ser humano de energías renovables, fundamentalmente, y que se reduzca la pérdida de comida.