La novela entre Elon Musk y Twitter parece acercarse a su final y todo parece indicar que el hombre más rico del mundo comprará la red social por el precio que ofreció en abril de este año: 44.000 millones de dólares. Luego de idas y vueltas, con acciones legales contra el fundador de Tesla por incumplimiento del acuerdo, Musk envió una carta anunciando que finalmente adquirirá la plataforma de micropublicaciones y ahora agregó un dato clave para entender su obsesión: quiere utilizarla para crear una nueva “superapp”.

El 4 de octubre, Musk publicó en sus redes sociales que comprando Twitter podía acelerar la creación de “X”, la aplicación para hacer de todo. Enigmático y provocador, el fundador de Tesla acaba de lanzar una nueva bomba para el mundo tecnológico con una definición que puede tener algo de sentido si se rastrea el historial de obsesiones del nuevo jugador en el mercado de las redes sociales. El mismo día, un seguidor le preguntó si no era más fácil crear esa aplicación desde cero, a lo que Musk respondió que “Twitter probablemente acelera X de 3 a 5 años”.

Musk es fanático de Twitter. Tiene más de 108 millones de seguidores y su actividad allí es inagotable. Conoce la aplicación, su potencial y sus limitaciones, por lo que ya ha adelantado cuáles serían sus próximos pasos cuando tome el mando de sus prestaciones. ¿Pero qué podría significar una “superapp”? El millonario no precisó más detalles desde la carta enviada a Twitter, pero en varias ocasiones dijo que pretende “desbloquear” el potencial de esa red social y todo parece indicar que el rumbo que quiere darle a la empresa sería la de convertirla en una versión occidental de WeChat.

WeChat es sin dudas la superaplicación de China. Comenzó como un servicio de mensajería pero luego incorporó juegos, sistemas de pagos, servicios para pedir comida, tomar taxis o leer noticias. En su plataforma además se puede enviar dinero, pedir un turno al médico, hacer llamadas gratis y claro, chatear. Además es super con mayúsculas por su alcance: tiene más de 1.200 millones de usuarios en China, mientras que Twitter llega a los 400 millones.

“No hay un equivalente a WeChat fuera de China. Básicamente vives en WeChat en China. Si podemos recrear eso en Twitter, seremos un gran éxito”, aseguró Musk en una de las primeras reuniones que había tenido con empleados de la red social, en junio de este año. En esa instancia también mencionó a TikTok como referencia y apuntó que Twitter debería “pulirse” para ser más interesante y no tan aburrido.

Tanto WeChat como TikTok son hoy las redes sociales con mayor expansión, cada una en sus respectivos mercados. Es cierto que no existe un WeChat fuera de China, pero también su expansión está impulsada por las restricciones que aplica el gobierno del país asiático a otras plataformas como WhatsApp o la propia Twitter. TikTok por su parte atrae al público más joven, con un nuevo modelo de distribución de contenido y con el video corto como formato estrella que hoy adoptan las redes de su competencia.

La letra X también es una obsesión de Musk. Aparece en modelos de Tesla y también en la propia SpaceX, su compañía de servicios aeroespaciales. Pero además, la usó para fundar un banco online en los noventa y luego se hizo dueño del dominio x.com. Siempre dijo que dicho carácter tenía un valor sentimental para él, hasta tal punto que en 2020 bautizó a uno de sus hijos con el nombre de “X Æ A-12”. Ahora, lo emocional parece estar alineado con una estrategia comercial con la que intentará ganar un mercado cada vez más en disputa.

Una superaplicación puede ayudarnos. Puede integrar todas nuestras necesidades digitales en un solo entorno para facilitar no solo sistemas de pagos, sino también nuestras relaciones y acciones del día a día. Pero también puede significar un paso delicado a la monopolización de la información, sin contar los riesgos que conllevaría tener toda nuestra vida social y financiera centralizada en un servicio único. Hasta tanto, habrá que esperar mayores definiciones de lo que pretende hacer Musk y su posible desembarco en Twitter, un arribo turbulento por ahora que ha cosechado más anuncios rimbombantes que hechos certeros.