Anoche nos reunimos en el bar. ¡Sólo un café! No está como para dilapidar dinero. También, sí... La conversación trató de lo de siempre últimamente: no alcanza el dinero, la justicia se demora o no actúa, la gente triste, la desesperanza, si podíamos ayudar aquí o allá. Como es habitual, nos fuimos a dormir. Y hoy repetiremos el mismo ritual. ¿Asado? ¡No! Eso era antes. ¿Una salidita de fin de semana? ¡No! Guardá el dinero... Quizás te levantes el lunes y te subieron la nafta, o el pan, o ya no podrás respirar gratis. ¿Y nosotros? Bien... ¡Gracias! Charlando como siempre... criticando como siempre, de mal humor como siempre. ¿Y haciendo qué? Nada... ¡Nada! Se nos fue el amor por la patria. Nos olvidamos del “O juremos con gloria morir”. “La crisis se pasea por las calles, y la tristeza del pueblo es como un barco que no llega a destino”, cantaba Cacho Castaña en 1988. Sí... Ya sé. ¿Qué podemos hacer? Ante un Estado inepto... ¡Todo! Empezando por casa, como la caridad. Empezando en familia, con la educación, los valores, el amor a lo nuestro, la empatía, las garras. Quizás sea bueno empezar una gesta por una nueva independencia. ¿O dejaremos que se formen bandas “peligrosísimas” como la de los copitos? ¡Que los chicos toman las escuelas! ¿Y los padres? ¿Y los docentes? Pintan paredes... destruyen... desafían sin argumentos válidos… ¿Y los mayores? No entienden lo que significa que algo es público, es decir, de todos y destruyen sin dejar nada. Total... Los tontos pagamos las reparaciones. ¿Eso hacen en sus casas? ¿Las toman ante cualquier inconveniente en el diálogo, o porque sí, para llamar la atención? ¿Hacen pintadas, destruyen sanitarios, no dejan que nadie entre ni salga ni mucho menos trabaje? Todo empieza por casa. Casa, familia, mayores que aún presentes físicamente, están ausentes en el momento de enseñar, de ayudarlos a crecer no sólo en una mal entendida libertad. ¿Y nosotros?... Bien, gracias. Como siempre, reuniéndonos casi todas las noches en el bar, algunos con un café, otros pidiendo sólo agua y queriendo despejarnos con comentarios superfluos: “¿Vieron lo de Wanda Nara y L-Gante?... ¿Y las figuritas del Mundial?”. El país arde, literal y metafóricamente. Con la mirada de los caminantes que ya no caminan, como cantaba Castaña. Asaltan, matan, holgazanean, tiran gases lacrimógenos como si fuera la nieve loca del carnaval. Ausencia de Estado, que, eso sí... ¡Tienen gran imaginación y creatividad! Y se mueven con una velocidad envidiable: sacan ministros, ponen ministros, crean un nuevo dólar, “prohíben” los viajes al exterior y como estamos, al interior también. Ya que mencioné a L-Gante, podríamos pedirle que escriba una canción como la del abecedario, para que, como los niños, aprendamos esta superabundancia de tipos de dólares que nadie entiende. “Por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza”, expresó Simón Bolívar.
María Estela López Chehín
24 de Septiembre 1.431
Concepción