Como buen simoqueño y defensor de lo nuestro que tan bien nos representa en todo el mundo, octubre nos encuentra a todos bajo un mismo sentido de identidad, bajo un mismo cielo de folklore y tradiciones; este mes es volver a nuestras raíces festivaleras, dedicado a nuestro mayor símbolo y medio de transporte, que se afincó en nuestra llanura a mediados del siglo XIX. Patrimonio de todos los simoqueños y un símbolo característico de nuestra idiosincrasia, es dueño del tiempo de la ciudad y de zonas rurales; es fiel y gran compañero de todos los que habitamos la “Cuna de tradición y folcore”. Es difícil imaginar mi ciudad sin tu traquetear cansino. Tu presencia fue llena de esplendor en décadas pasadas llegando a patentar la municipalidad local más de 4.000 sulkys en la década del 70. Por tu mágica presencia en la actualidad y el aporte al progreso de Simoca, tu capacidad de estar presente en distintas ocasiones de la vida diaria y en los menesteres sociales, como por ejemplo los casamientos. Es por tu presencia ancestral, por la actividad de tus artesanos y fabricantes, por los talabarteros, que en su momento un concejal presentó una serie de proyectos pensando en las mejoras de la ciudad; en esa ordenanza 01/73 estipulaba a su vez la creación del Festival Nacional del Sulky. La primera edición fueron los días 26, 27 y 28 de octubre de 1973 en el campo de juego Félix Mothe, convirtiéndose con el correr de las ediciones en el más auténtico y tradicional del país. En este año tenemos el placer de celebrar la edición de Oro (1973-2022) de nuestro festival, marcando la importancia de recuperar la impronta festivalera del sulky, ya que volvemos a la raíz de tres jornadas y en el mismo mes que la primera edición.

Sergio Saprun 

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