La psicóloga Maritchu Seitún, una figura pública especializada en orientación a padres, observa que en estos tiempos (en los que vivimos apurados) nos apuramos también para que nuestros hijos crezcan. "Vemos acortarse la infancia. Hoy, los chicos tienen menos tiempo de juego libre, menos tiempo de diversión y menos tiempo de creatividad. Se llenan de información y de preocupaciones que no están preparados para procesar. Se escolarizan antes. Compiten más temprano. Se visten como grandes. Usan pantallas. Y no les quedan horas para jugar, que como dice Jean Piaget, es el trabajo de los niños", expresa.
Sus libros se han convertido en grandes divulgadores de cómo construir una familia con vínculos respetuosos, cómo criar hijos confiados, cómo acompañar a los bebés a dejar los pañales o cómo poner límites, entre otras cuestiones. Atiende el teléfono a cualquier hora y en cualquier día, repite una y otra vez sus enseñanzas, comparte artículos, recomienda frases e insiste con sus invitaciones a reflexionar. "Los chicos están apurados por crecer y los adultos no se dan cuenta de que ellos favorecen eso. Pero la maduración emocional lleva tiempo y depende de conexiones humanas, de experiencias, de permisos y negativas paternas y maternas", prosigue.
- ¿Esta realidad se ha disparado con la pandemia?
- Sí. Numerosos estudios han demostrado que durante la pandemia vimos adelantarse los cambios físicos de la pubertad y se acortó el período de latencia previo a la adolescencia. Y como dijimos antes, los mismos padres adelantan las fases. A veces, los oimos decir que su niño tiene novia a los ocho o nueve años, cuando simplemente le gusta una niña. O vemos chiquitas que perrean en Tik Tok. ¡Eso no tiene nada que ver con su edad! ¡Perrear es un verbo de contenido sexual! Los adultos deberíamos ser custodios de la latencia para que la infancia dure lo que tenga que durar.
- ¿Le preocupa Tik Tok?
- Sí, porque los papás no controlan. Todos los chicos miran y copian lo que ven en Tik Tok, que es una red sin filtros. En todo caso, debería haber un Tik Tok Kids. Además, ningún niño debería estar en las redes. Debería jugar a la pelota o andar en bicicleta.
- ¿Los padres o los chicos queman las etapas?
- Por un lado, el mundo externo se cuela por las pantallas y los menores descubren, tempranamente, temas e intereses que no les corresponden ni a su edad ni a su maduración. Por otra parte, los adultos, ya sea por distracción; por desconocimiento; para darles lo que ellos no tuvieron en su infancia; para no frustrarlos; para verlos grandes o para que sean iguales a los demás, no filtran y se suben a ese apuro.
- ¿Los padres tenemos miedo a que nuestros hijos queden afuera de sus grupos al negarles una salida, por ejemplo?
- Sí. Eso es una parte del problema. No nos damos cuenta de que no seríamos los únicos en decir que no. Y basta que un padre lo haga, para que otros se animen. Sería interesante que los papás conversen entre sí, en vez de dejar que las cosas simplemente ocurran.
- ¿Cómo era antes?
- Las generaciones anteriores no se cuestionaban estas cosas; las matinés o el maquillaje venían a determinada edad. Los adultos hacían lo mismo que habían hecho sus propios padres sin revisarlo. Hoy nos fuimos al otro extremo.
- ¿A qué edad podrían usar redes sociales?
- A las edades que sugieren las mismas redes. Y al comienzo, fiscalizando su empleo con el objetivo de que entiendan cómo funcionan, qué deben escribir y qué no y con quién es seguro conectarse, principalmente. A los nueve años, por ejemplo, los chicos no tienen la fortaleza interior para hacer un uso criterioso y acotado de un móvil. De hecho, pueden hacer un mal uso y ver videos que hacen daño o que son inapropiados. Idealmente, no deberían recibir un celular antes de los 12 años. Y al menos hasta los 14 años tenemos que seguir acompañándolos en su uso hasta que confirmemos que tienen las habilidades que necesitan.
- ¿Qué opina de las actividades extraescolares para niños?
- Los chiquitos tienen que jugar para divertirse, aprender, sociabilizar y convivir. Cuando dejan jugar o se encierran en las casas con la tecnología, aumentan sus niveles de estrés porque no tienen la oportunidad de procesar las cosas vividas y las que recibieron a través de las pantallas. Del mismo modo, sus padres los llevan a talleres y actividades diversas, sin cuestionarse si realmente las necesitan.
- En la práctica, ¿cómo se logra ir con menos prisa?
- Acompañemos a nuestros bebés. Disfrutemos del tiempo con ellos sin apurarlos para que caminen o hablen. A los nenes de dos y tres años, los dejemos que exploren. A los alumnos del jardín y de la primaria les permitamos que marquen ellos el paso del crecimiento.
- ¿Cómo saber cuándo es el momento para cada cosa?
- Los chicos tiene que desear, esperar y hacer fuerza para obtener lo que anhelan. Eso es sano. Y los padres debemos reconocer lo que necesitan de verdad y diferenciarlo de aquello que quieren porque otros lo tienen, otros lo hacen o porque lo vieron en la televisión. Y si nos surgen dudas, preguntemos al pediatra.
- Los niños son insistentes y en ocasiones nos ganan a fuerza de esa insistencia.
- Para convencernos, nuestros hijos siempre dicen 'todos van; todos tienen; a todos los dejan...'. La realidad es que eso no es cierto. Usemos los chats de mamis y de papis para acordar con los otros. O para saber quiénes piensan cómo nosotros y fortalecernos en nuestras posturas. Siempre habrá otros padres que concuerden.
- ¿Qué ocurre en el caso de los adolescentes y el consumo de alcohol?
- No es lo mismo pensar en tomar alcohol a los quince años con el apoyo y la aprobación de los padres, que hacerlo sabiendo lo que los padres les explicaron: que daña su cuerpo o que pueden sufrir un accidente y que, por todo eso, sus padres no quieren que tomen hasta los 18 años. Ese mensaje de los padres les permite contrarrestar la influencia externa.